Pilar Cernuda

La Esfera. Madrid, 2018. 360 páginas, 18,90 €. Ebook: 7,99 €

De una novela primeriza lo que menos se espera es el brillo en el manejo del tono. Quizá un tanteo en el perfil de personajes, y una cierta simplicidad en el argumento que contrarrestar con otros aspectos: la oportunidad de la publicación, o los asuntos de moda en la narrativa histórica. Usualmente se ponderan las virtudes con cierta condescendencia, porque el lector pacta con el creador el inicio de un universo que irá madurando. En el caso de Volveré a buscarte, felizmente se asiste al sostenimiento del ya mentado tono. Así Pilar Cernuda (Santiago, 1948) reverdece eso que en el alma galaicoportuguesa se conoce como saudade.



Esquemáticamente podríamos decir que la novela, con las peripecias de dos emigrantes gallegos en Buenos Aires en dos momentos del siglo pasado, obedece al ya visto argumento de vidas largas y cruzadas. Aquí los protagonistas evolucionan con cierta complejidad psicológica. Con tino, la autora mixtura dos tiempos históricos a través de dos protagonistas, Antonio y Manuel, parientes, que a inicios del XX y en la década de los 50 dejaron Galicia y principiaron una nueva existencia en un Buenos Aires algo idealizado. Y claro que el exilio, a lo largo del tiempo, deviene en olvidos que se sobreponen a la morriña. Cruzar el Atlántico suponía una nueva vida.



Cernuda edulcora con algunos ribetes de folletín su narración, pero a cambio nos habla del carácter de la mujer gallega, ‘viuda en vida', que tiene al marido en América y unas remesas magras que sustituyen al padre de sus hijos. Sus mujeres son fuertes, y los protagonistas masculinos, en el pujante Buenos Aires, son tomados sin apriorismos y evolucionan en esa nueva vida que la periodista gallega describe con hondura encomiable. Hay momentos en que la escritura se enlaguna con rutinas triviales en el vivir y el consolidarse de sus personajes, pero no impiden el buen manejo de tipos entrañables y de mujeres nobles (Maruxa, Rosa, Virtudes...) que sobreviven a tiempos difíciles. Hay que agradecerle a Cernuda ese tono que el lector asume, huele, siente y respira. Parece claro que ha puesto mucho de sí y de su tierra.



@JesusNJurado