Donatella Di Pietrantonio. Foto: Duomo
Al leer esta novela de Donatella Di Pietrantonio (Arsita, Teramo, 1962), inmediatamente pensamos en el cine neorrealista italiano. El extrañamiento de la protagonista de Stromboli, de Roberto Rossellini, en un lugar hostil y sórdido, está en conexión directa con el desarraigo de la adolescente de trece años, heroína de esta ficción.La niña sin nombre que nos cuenta su historia en primera persona ha sido inesperadamente arrancada de su hogar burgués en una ciudad luminosa y marítima, para ir a caer en una familia en los límites de la penuria más profunda, en un atrasado pueblo de la región de los Abruzos.
El desconcierto de la muchacha expulsada de su casa sin conocer la razón se convertirá en profundo exilio al saber que los desheredados que la acogen, esos absolutos desconocidos, son en realidad su familia biológica. Los hermanos siempre la llamarán la retornada, la extraña que fue entregada cuando tenía apenas unos meses a unos parientes acomodados y que ahora regresa. La niña de ciudad que iba a la piscina, tenía un dormitorio y un cuarto de baño para ella sola y que leía libros incansable, se enfrenta de pronto a la ignorancia, a la miseria y al cuarto colectivo donde dormirá junto a sus tres hermanos, que la desprecian, y en la misma cama que su hermana Adriana.
La retornada no podrá amar a una madre nada sentimental, dura, ocupada en sobrevivir, que la rechazó apenas recién nacida. Se sentirá "huérfana de dos madres vivas". El sentimiento de abandono será tan doloroso como el cambio súbito de condición social.
Hasta aquí podríamos estar ante un drama dickensiano. Dickens pensaba que la miserabilidad incluía la muerte de la belleza. La fealdad y las vidas descarriadas crecían en la indigencia y el hambre. En ese sentido, la crítica social en la novela de Donatella di Pietrantonio quedará implícita. Con los ojos y las impresiones de la retornada conoceremos el sentimiento de carencia, o más exactamente, penetraremos en los olores, los ruidos, las sensaciones táctiles de la miseria.Lo mejor de esta novela, clave de su éxito, es la transparencia de la escritura y la ausencia de sentimentalismo
La acción transcurre a mediados de los años setenta, y diez años antes, todavía muchas familias campesinas entregaban a algún hijo a familiares más acomodados, para liberarse de una carga económica. No existía ningún vínculo legal de adopción, por lo que en cualquier momento la situación podía revertirse. Se ha hablado de Dickens, pero hay que puntualizar que la autora italiana es de una concisión asombrosa. Hay capítulos de trece o veinte líneas y situaciones complejas que se resuelven en tres páginas.
Las reflexiones de la protagonista son claras, las percepciones sobre su familia y el ambiente sórdido en que se mueven, resultan exactas, desoladas, pero no despreciativas. En esta novela de aprendizaje, en la que las relaciones fraternas serán muy complicadas, el contraste entre la vida acomodada y la mísera se despliega por sí solo entre violencia y hambre, sin necesidad de más análisis sociales. La adolescente observa la vida inclemente de los suyos, siempre en desesperado combate por la supervivencia; pero también advierte el disfrute de lo pequeño y los momentos de belleza sencilla, como en la visita al caserío de unos conocidos en el campo.
Arrancando vainas de habas en el huerto con su madre verdadera, tiene la impresión de que todo está, "cuidado y en orden": "Quisiera que mi vida fuera como este campo", dice la retornada. En esa serenidad de las acacias en flor y los trabajos en las eras, también se atreve a preguntarle a la mujer que la ha concebido, qué edad tenía cuando la entregó a una prima. La narradora indica que lo dijo "con un cansancio sin rabia". Esa ambivalencia entre la comprensión de por qué fue abandonada, en unas circunstancias difíciles, y la rebeldía frente a un destino que no acepta, se plasma a lo largo de toda la historia.
Lo mejor de esta novela y seguramente la clave de su extraordinario éxito en Italia, es la transparencia de la escritura y la ausencia de sentimentalismo. La retornada se comportará como una astuta superviviente, capaz de desenredar los hilos de su vida y contagiar su energía esperanzada a su hermana Adriana.