Irene Gracia. Foto: Hugo Casti

Siruela. Madrid, 2018. 268 páginas. 18,95 €. Ebook 9,99 €

Tres razones hicieron de Ondina o la ira del fuego (2017), novela que precede a Las amantes boreales que ahora publica Irene Gracia (Madrid, 1956), una lectura subyugante: la elocuencia de una atmósfera y unos personajes que evidenciaban la frágil y dual condición humana, el despliegue escénico que los sostenía y un argumento capaz de contar una historia que se multiplicaba en otras muchas. Su última creación huye igualmente de lo convencional para moverse por márgenes imprecisos desde los que aborda cuestiones relativas a daños irreparables en la iniciación a la vida.



El estilo de nuevo se aferra a una prosa lírica, en cierto modo barroca y expresionista, con ambientes oníricos que deforman personajes, escenas y situaciones volviéndolas perturbadoras, en su afán de explorar el plano emocional de las protagonistas (Fedora y Roxana), desnudar las caras del amor, la amistad, la identidad y la incertidumbre sobre el futuro, y otorgar así al relato la dimensión de novela de educación sentimental. Por otro, enmarcar la historia personal y familiar de estas dos jóvenes de la alta burguesía de San Petersburgo en el convulso período que rodea la Revolución Rusa (1917), de manera que establece un interesante paralelismo entre la Revuelta y la íntima revolución en la vida de cada una.



El puente entre las dos historias lo crea el eje argumental, desplegado en forma de diario a dos voces por el que vamos teniendo constancia del motivo que las unió y del recorrido de sus vidas desde que a los 9 años sacrificaron su infancia para convertirse en bailarinas de la Escuela Imperial de Ballet, hasta su expulsión e ingreso, a los 15 años, en Palastnovo, un reformatorio de lujo disfrazado de escuela de buenas maneras, habitado por sombras y almas sin vida, y del que parece imposible escapar. Tal es el escenario ideado para el misterio que las engulle y las separa y del que resulta una suerte de karma: es preciso atravesar la oscuridad para llegar a la luz. Un misterio que tendrá su contrapunto en la realidad de la que parte toda la historia. Esa idea se va adueñando del lector, si es paciente y se deja seducir por tan excepcionales recursos para labrar esa revolución vital.