Con cada nuevo libro, Use Lahoz (Barcelona, 1976) se afianza como narrador experimentado. La estación perdida, Los buenos amigos y Jauja son, quizá, los que van asentando un estilo que merece especial consideración por varias razones. En primer lugar, porque con cada nueva propuesta reafirma una poética asentada en la tradición del realismo para, desde sus postulados, explorar nuevas maneras de mirar la realidad individual sin dejar de incluir la complejidad de lo colectivo.
Siete novelas le avalan, y esta última, Verso suelto, es, en este sentido, un nuevo y asombroso reto al que será difícil resistirse. En segundo lugar, porque trabaja con firmeza las tres fortalezas que sostienen sus novelas. Una historia fundada en un argumento minuciosamente elaborado, que sirve para contar otras muchas.
La sostiene en un colectivo de individualidades que constituyen el universo que alienta los conflictos de la trama. Y conduce el ritmo y los vaivenes del planteamiento temporal con tal acierto que, a base de juegos que insinúan lo que sucederá y lanzan guiños sobre lo ya vivido, impulsa a no desatender nada de cuanto tiene lugar en ese ecosistema narrativo.
Y una tercera razón atañe a la cuidada arquitectura del entramado novelesco, donde lo complejo se ofrece con sencillez, donde situaciones aparentemente desvinculadas alcanzan un punto de reunión y sentido en lo que acaba por resultar una composición troquelada y perfectamente aderezada para trasladarnos el tejido social, urbano y humano de lo que en ella se trata.
Verso suelto es la ocasión que permite evidenciar las tres razones. Para empezar, las referencias espaciales y temporales añaden significado a la intención de lo narrado. Lo que aquí cuenta abarca muchas vidas entre los años 1992 y 2019, y reparte la acción en varios espacios que dialogan entre ellos: la complejidad urbana y las brechas sociales de la gran ciudad; la parte alta de Barcelona es el escenario donde tiene lugar el incidente inicial que hará cambiar la vida de la familia de Sandra Martos de un día para otro, la pieza suelta que asaltará ocasionalmente la acción hasta hacer encajar finalmente el conjunto.
Repleta de referencias, 'Verso suelto' es una gran novela sobre desapegos vitales y apegos feroces
Hospitalet es el barrio, “otra arquitectura, otro pulso y otra jerga”, la vida de la que la protagonista querría mudarse. Y un tercer escenario, como punto de fuga, Valdecádiar, la aldea aragonesa imaginaria reiterada en las novelas del autor.
Para continuar, el argumento narra la peripecia emocional de Sandra desde el verano de sus catorce años, un verano que lo cambiará todo en su vida. Peripecia que abarca cuatro tiempos correspondientes a cuatro momentos vitales (adolescencia, vida universitaria, bandazos emocionales y precariedad laboral, la temida vida adulta), que alcanza a la familia, a los amigos, al descubrimiento de la inclinación sexual y las relaciones más personales.
[Las ilusiones perdidas de Use Lahoz]
Peripecia además cuya épica consiste en poner el enfoque en la realidad inherente al oficio de vivir: el proceso de cambios y pérdidas desde los que va descubriendo cómo vuelan las verdades aprendidas, cómo surgen nuevos refugios, cómo nada es siempre como lo recordamos cuando empezó.
Para terminar, si esta historia la leemos es porque su final es su principio, como en las novelas de Jane Austen, porque ha habido una herida (“sin herida no hay arte”) y hay que “dar salida a la desdicha”. Pero eso será más tarde. Durante la novela vamos de un lugar a otro, de un punto de vista a otro, de un cambio a otro (de rumbo, de país, de pareja, de amigos, de barrio,…). Vamos del cine a la literatura. De lo emocional a lo social. Es una historia repleta de interesantes referencias que suscitan numerosas reflexiones. Y es además una gran novela sobre desapegos vitales y apegos feroces.