El ajedrez ha acompañado a la humanidad en su viaje milenario y sin embargo para la gran mayoría no es más que un juego de mesa. Cada cierto tiempo, una gesta imposible sobre un tablero capta la atención del gran público presentando a un personaje desconocido que pronto dejará de serlo para luego convertirse en parte de la historia del ajedrez: Lasker, Capablanca, Alekhine, Tal, Karpov, Kasparov, Kramnik, Carlsen. De entre todos estos nombres magníficos hay uno que destaca y no está en la lista anterior: Bobby Fischer. Son muchas las razones que hacen del americano un mito y que ahora quedan recogidas en el cómic Blanco y negro. Auge y caída de Bobby Fischer.
Ilustrado en blanco y negro con esmero y rotundidad, en esta obra de corte biográfico y ágil lectura, quedan recogidos los momentos singulares y cruzadas existenciales que muestran el perfil del protagonista. Entre caricaturas y metáforas visuales se presentan algunas de sus míticas partidas (Brostein, Spassky) donde se esboza el combate entre las piezas sin profundizar en los detalles técnicos de las estrategias.
Su trayectoria deportiva se vio trastocada como consecuencia de un deterioro cognitivo que se agudizó con los años. Reconocido anticomunista y antisemita, este hombre combativo y complejo fue abandonado a su suerte cuando dejo de ser útil para la causa ideológica americana y acabar nacionalizándose islandés. La batalla mental que ocupó al mundo durante el siglo XX, Fischer la llevó a las sesenta y cuatro casillas que forman el tablero para acabar dejando un agridulce recuerdo sobre su figura. La de Bobby Fischer fue una vida plagada de luz y oscuridad, de conflictos y controversias, de destellos de genialidad ajedrecística, cambiando la historia de este deporte para siempre para convertir al hombre en mito.