El noruego afincado en Francia, Jason, pertenece al selecto grupo autores de cómic que mantiene una conexión atemporal con sus seguidores. Solo basta el reflejo en un escaparate de su inconfundible propuesta gráfica para que las manos se vayan directas a ojear su última creación.
Solo nos quedará Pamplona es su nuevo cómic donde se confirma lo ya sabido: temas universales salpicados de empatía se deslizan entre trazos limpios y contraluces. La trama nace de las escaramuzas y diversos encuentros que el novelista americano Ernest Hemingway tuvo en algunos de sus viajes, argucia que Jason aprovecha para proponer una road movie a partir de la vida de aventuras e imagen pública del autor de Fiesta.
A lo largo de las páginas recorremos sitios y momentos ya convertidos en mitos: París, Pamplona, conflictos bélicos, escapadas misteriosas, personajes históricos, tiroteos y cuchilladas, momentos de soledad, escenas de alcoba, lances taurinos y tributos a la camaradería.
Y lo hacemos como siempre, de manos de un grafismo con identidad propia donde destaca la capacidad de Jason para crear interés combinando los ingredientes que han definido su estilo: línea clara, cuatro viñetas por páginas, personajes antropomórficos, fondos sencillos, primeros planos, miradas herméticas y solemnes. Pero son las ilustraciones dotadas de perspectiva, silueteadas en dos dimensiones, las que atrapan al lector con el magnetismo de la geometría imposible que paran el tiempo.
El desarrollo narrativo juega con la sobriedad de los diálogos y los cambios de plano para elaborar los lances que construyen el cómic. Momentos épicos como revisitar la ciudad de los Sanfermines o combatir el nazismo metralleta en mano se incrustan en una cotidianidad austera y mágica que sorprende.
Esta rara avis llamada Jason siempre vuelve para remarcar que nunca se fue y lo hace con sus relatos peculiares, disfrazados de ingenuidad. ¿Cómo con tan escasos medios puede aflorar una propuesta artística tan rotunda?