“Cuando tengo ganas de relajarme leo un ensayo de Engels, si en cambio quiero mantenerme ocupado, leo a Corto Maltés”. No nos cansamos de mencionar el valor cultural de los cómics, pero en caso de que quede algún “apocalíptico”, ahí va esta cita de Umberto Eco (Alessandria, 1932-Milán, 2016), el reputado semiólogo y novelista italiano, que fue un gran amante del noveno arte. Esta frase suya precede a la adaptación en viñetas que su compatriota Milo Manara (Luson, 1945) ha hecho de su celebérrima novela El nombre de la rosa, cuyo primer tomo —en total habrá dos— acaba de publicar en español la editorial Lumen.
Eco, que adquirió una gran fama internacional en 1980 con aquel rompedor thriller histórico de elevada calidad literaria, que concibió en realidad como un divertimento, se declaró admirador de la obra de Manara, del mismo modo en que Manara ha reconocido al escritor entre sus muchas influencias. Esta afinidad mutua ha hecho que la editorial italiana La nave di Teseo, fundada por el propio Eco, y sus herederos encargaran a Manara la tarea de realizar la primera adaptación de El nombre de la rosa a la novela gráfica.
No solo la sombra de la novela original es alargada; también lo es la de la célebre película (más popular incluso que la novela) que dirigió Jean-Jacques Annaud en 1986. Dicen que un clavo saca a otro clavo, así que, para sacudirse toda influencia inconsciente de la película, lo primero que hizo Manara fue ponerle al fraile franciscano Guillermo de Baskerville, el protagonista de la obra, la cara de Marlon Brando en lugar de la de Sean Connery, que fue quien interpretó el personaje principal en la película.
Pregunta. ¿Cómo ha afrontado el encargo de trasvasar al cómic una obra tan conocida como El nombre de la rosa?
Respuesta. Por una parte me pareció una propuesta maravillosa, pero por otro lado me daba un poco de miedo porque me sacaba de mi ambiente habitual y me preguntaba si decepcionaría a mis lectores con una historia en versión masculina, pero rápidamente me di cuenta de que era un falso problema, porque la novela es tan maravillosa, tan rica, con tantos detalles y aspectos que trata, que el único problema fue mantener la belleza del libro y su estructura portante, pero quitando todo lo demás.
"De niño me gustaba tanto dibujar que mi madre me tenía que echar de casa para que jugara con otros niños"
P. Umberto Eco era un gran aficionado al cómic y admirador de su trabajo. ¿Lo conoció personalmente? ¿Cómo lo recuerda?
R. Sí, nos vimos un par de veces, pero Hugo Pratt lo conocía mucho mejor que yo. Le encantaban los cómics, siempre lo decía. En su novela La misteriosa llama de la reina Loana habla de un hombre que ha perdido la memoria y la va recuperando a través de los cómics que había leído siendo niño. Es una declaración de amor hacia los cómics. La cita que abre el libro también demuestra que Eco daba a los cómics un valor cultural que ahora está extendiéndose en Italia y España, y en Francia desde hace mucho tiempo.
P. ¿Ha tratado de ser fiel a la novela? ¿De qué manera ha influido la película?
R. La película no me ha influido en absoluto, el esfuerzo más grande que he hecho ha sido olvidarme de ella, que vi y me gustó mucho, evidentemente, pero quise partir solo de la novela. Espero haber sido bastante fiel. He reducido el texto pero no he cambiado ni una palabra, ni una coma. Me enorgullece que el hijo de Eco, Stefano Eco, me dijera que reconocía en este libro la novela de su padre, y que de todas las versiones que se han hecho la mía es la que mejor refleja la esencia del libro.
P. El fan más fiel de Milo Manara esperará con impaciencia encontrar algún desnudo, pero para ello hay que esperar a las últimas páginas, cuando el joven Adso de Melk, el narrador de la historia, se encuentra con una joven que se desnuda ante él.
R. He respetado la cronología del libro, y el episodio de la chica ocurre hacia la mitad del libro, por eso quise cerrar la primera parte con esta aparición. La segunda parte también empezará con la relación verdadera que hay entre la chica y Adso de Melk. Es una representación especialmente poética del erotismo, pero hay que decir que el erotismo está presente en todo el libro, porque ya en el comienzo, en las disputas entre Guillermo y otros monjes, este habla de forma explícita de un erotismo morboso. Y, tras el fallecimiento del monje joven que da comienzo a la historia, enseguida se empieza a hablar de la posibilidad de una relación sexual de la víctima con otro monje.
"El desnudo masculino es grandioso y poderoso, pero el desnudo femenino tiene que ver con la conmoción que provoca la verdadera belleza".
P. ¿Cómo empezó su interés por el dibujo y por el dibujo erótico en particular?
R. De niño me gustaba tanto dibujar que mi madre me tenía que echar de casa para que jugara con otros niños. Para mí la felicidad estaba en dibujar. La mayoría de los niños lo dejan cuando empiezan a hablar, abandonan el dibujo como herramienta de interrelación, y la minoría siguen dibujando y por tanto perfeccionándose. Yo formo parte de los que siguieron ese camino. Hice un bachillerato artístico y los modelos en las clases estaban desnudos, por tanto cuando ya tenía edad para apreciar el desnudo femenino, lo veía todos los días. Cada día teníamos que dibujar durante cuatro o cinco horas, para mí ha sido totalmente natural vincular mi capacidad de dibujar a la representación del cuerpo femenino y el erotismo en general. Por tanto, cuando descubrí la posiblidad de relatar una historia a través del cómic, descubrí la felicidad y la posiblidad de que se convirtiese en un trabajo remunerado, que me ha permitido no hacer otra cosa que dibujar. He conseguido dedicarme a lo que me gusta y eso es una suerte enorme que muy poca gente tiene.
P. Entonces, ¿fue más la admiración por la anatomía humana o el deseo sexual lo que le empujó al cómic erótico?
R. Ambas cosas. Si bien reconozco la belleza masculina, para mí la belleza femenina tiene un erotismo que no implica necesariamente el deseo de unirme carnalmente con la modelo, pero sí una seducción. Esto no lo percibo en el desnudo masculino, donde sí puedo ver potencia, fuerza, cierta dignidad como en las estatuas de bronce grecolatinas o las renacentistas de Miguel Ángel. El desnudo masculino es grandioso y poderoso, pero la representación del desnudo femenino tiene que ver con la conmoción que provoca la verdadera belleza.
P. ¿Recibió críticas negativas cuando empezó a hacer historietas e ilustraciones eróticas?
R. Sí, cuando empecé, hacia 1968, había una oposición por parte de los sectores más conservadores. En todo el mundo, Italia incluida, había cargas policiales cuando los estudiantes protestábamos contra la Bienal de Venecia porque considerábamos que promovía el arte burgués. Los padres no querían que sus hijas salieran a la calle en minifalda, así que ellas las escondían en sus bolsos y se cambiaban fuera de casa. A mí me prohibían ir con vaqueros a clase. Luego la sociedad fue cambiando y los profesores de ahora son los contestatarios del 68.
"El mayor acto de censura que he sufrido no fue por el erotismo, sino por un tema político. Para mí fue un honor".
P. ¿Le han tachado alguna vez de machista por su trabajo?
R. Alguna vez sí, pero muy pocas veces. Realmente el mayor acto de censura que he sufrido no fue por el erotismo, sino por un tema político. Un semanario surafricano, todavía durante el apartheid, antes de la época de Mandela, publicó una página con una lista de libros vetados. Tres de ellos eran míos. Pertenecían a la serie Las aventuras de Giuseppe Bergman, que no era en absoluto erótica. Esos libros narraban las aventuras africanas y asiáticas del personaje. Lo que más me asombraba era que alguien en Sudáfrica supiera de mi existencia y, más aún, que hubiese entendido el potencial revolucionario que se escondían en aquellas historias. Para mí ha sido un honor enorme, tengo este periódico enmarcado en mi casa junto con todos los galardones que me han dado.
P. La política es un tema importante en su obra. Su juventud y sus comienzos en el mundo de la ilustración y el cómic coincide con los años de plomo de Italia. En España hemos oído hablar últimamante más que de costumbre sobre aquella época, a través de la serie Exterior noche, sobre el caso de Aldo Moro, o el último libro de Mario Calabresi, sobre el asesinato de su padre, el comisario Luigi Calabresi, por parte de la extrema izquierda. ¿Cómo recuerda usted aquellos años?
R. Tengo una memoria muy vívida de aquellos años y me gusta que haya nombrado el libro de Calabresi, porque 1968 se considera como el origen del terrorismo en Italia y, por lo tanto, de las Brigadas Rojas. Esto es engañoso, porque el primer acto de terrorismo en Italia tuvo lugar en 1969, con el atentado de la Piazza Fontana de Milán, un ataque de bandera falsa perpetrado por neofascistas y orquestado por elementos desviados de los servicios secretos italianos y de la CIA, dentro de la Operación Gladio para minar el poder del comunismo. En el curso de las investigaciones llevadas a cabo por el comisario Calabresi, fue arrestado un anarquista, Giuseppe Pinelli, que fue asesinado arrojándolo por una ventana. El interrogatorio lo llevó a cabo Calabresi, y a él lo mataron en represalia por la muerte de Pinelli. No obstante, entiendo que Mario Calabresi quiera defender la memoria de su padre.
»La idea de que el terrorismo en Italia es hijo del 68 es totalmente falsa. Yo rechazo cualquier violencia, también la de las Brigadas Rojas. Todo el que utilice la violencia es mi enemigo. Solo confío en los cambios culturales y, aunque dejé de dibujar cómics políticos, soy feliz de poder trabajar en el aspecto cultural del cómic. Es muy importante para construir una conciencia cultural mejor y evitar el pensamiento único.
P. ¿Qué opina de la inteligencia artificial aplicada al arte? Es uno de los debates más vivos actualmente en el terreno de la cultura.
R. Yo soy mayor y no creo que la inteligencia artificial me reemplace, pero en el futuro creo que podrá reemplazar todos los trabajos creativos. Me la imagino retroalimentándose y creando libros sin parar, todos los libros posibles, como en La biblioteca de babel de Borges. Por una parte me parece fascinante; por otra, aterrador.