Para mejorar el entendimiento sobre nuestra existencia hay un ejercicio saludable que realizar: detenerse por un momento a observar las circunstancias en las que usted habita como si fuese un extraño. Su análisis posterior se condensará con probabilidad en una frase de este tipo: vivo en un universo dominado por la desidia y la mala leche.

Algunos se le han adelantado en este esfuerzo y ya comparten sus reflexiones en forma de novela gráfica. Josh Pettinger en Goiter elige una visión pesimista de la existencia y la instala en las tramas de este cómic con el fin de zarandear a los personajes que por allí pululan ajenos a las miserias de la convivencia y la afilada creatividad del autor.

Goiter

Guion y dibujo: Josh Petinger

Ediciones La Cúpula, 2024

B/N, color, 18 x 28 cm, 212 páginas, 28 €

La aceptación del fracaso y un tufillo existencialista tolerable se convierten en elementos cruciales de la narración. Mientras tanto, los conflictos impregnados de angustia mostrados en cada relato estimulan nuestra malsana curiosidad hasta ser incomodada.

Injusticias y romances imposibles, mundos distópicos, seres anodinos y teletransportación son algunos de los asuntos elegidos para este tomo. Los breves cuentos quedan organizados como una colección de variopintos episodios sin otro hilo conductor que la afición de Josh Pettinger por la exploración de la autenticidad humana, la presencia inevitable de lo absurdo y las consecuencias de actuar según las reglas del juego.

Una propuesta visual vintage, sugerente y de regusto underground, reconecta el inconsciente del lector con lecturas de adolescencia, seguramente felices, que aquí se retuercen con intenciones kafkianas.

Puede que tras leer la propuesta de Josh Pettinger no recuerde mucho de lo acontecido pero le quede una impresión clara: la vida es decepción e incompatible con cualquier proceso racional.

Sin embargo, con el enfoque adecuado un cómic como Goiter puede resultar terapéutico. Así que aún nos queda trabajo por hacer.