Jöel Dicker. Foto: Jeremy Spierer
El autor de la Primera Gran Novela Americana escrita por un suizo, aquel napoleónico thriller metaliterario con homenaje al maestro (Philip Roth) incluido, La verdad sobre el caso Harry Quebert, ha vuelto. Y lo ha hecho con una monumental historia familiar, la de los Goldman, la familia del narrador escritor de La verdad sobre el caso Harry Quebert, Marcus Goldman, historia marcada por la dualidad, una dualidad maldita que se repite, incluso cuando no debería hacerlo, generación tras generación, y que condena a sus víctimas a construir un muro invisible entre unos y otros, la clase de muros que se construyen en todas las familias y que los niños ni siquiera sospechan que existen, de la manera en que ni siquiera lo sospecha Marcus mientras crece, fascinado como está por su Tío Saúl, el hermano de su padre, al que siempre, todo, parece haberle ido bien. Pero ¿realmente le ha ido todo tan bien?Marcus, el novelista que contó la historia de su maestro, el también escritor Harry Quebert, y de lo que se encontró en su jardín (el cadáver de una chica desaparecida treinta y tres años antes), se adentra en El Libro de los Baltimore, en su infancia, adolescencia y primera edad adulta, e inevitablemente lo hace contando la historia de la Banda de los Goldman, el grupo (en un primer momento, aficionado a la jardinería) que formaba con sus dos primos: el desgarbado y enfermizo pero brillante Hillel, y el violento y corpulento Woody, un chico proveniente de un hogar de acogida que los Goldman de Baltimore adoptaron para que el pequeño Hillel dejase de ser maltratado salvajemente en todos y cada uno de los colegios que pisaba. A esa banda se sumaría, más tarde, Alexandra (a la que se refiere, en más de una ocasión, de la misma manera en la que Humbert Humbert se refería a su Lo-li-ta, es decir, con un A-le-xan-dra, en una clara referencia a uno de sus maestros, Vladimir Nabokov, que más que nunca le guía a través de esta historia, de largo aliento clásico y fascinantemente sensorial), vecina de los Goldman de Baltimore y futura estrella del pop.
Dividida en cinco partes, en cinco libros, la novela se estructura en torno a un hecho catastrófico, el Drama, algo, lo que fuese, que acabó con todo, con la idea de la familia, esa familia escindida (entre Baltimore, donde vivían Tío Saúl y los primos y tía Anita, la parte rica de la familia; y Montclair, donde vivían los otros Goldman, los padres de Marcus, los Goldman pobres) que se reunía, año tras año, por Acción de Gracias, en casa de los abuelos, el lugar en el que los secretos estaban por todas partes pero nadie podía verlos o, mejor dicho, sólo los veían aquellos que eran cómplices.
Para los chicos, para el narrador, pasaban completamente desapercibidos. Pero esos secretos eran el motor de la familia, esos secretos marcaron el curso de los acontecimientos, de la manera en que lo hacen siempre, en todas las familias, y el cometido de Marcus es ir, uno a uno, descubriéndolos, como quien abre cajitas que, pudiendo contener tesoros, contienen demonios, o los contenían, porque al abrirlas, se han liberado, y las consecuencias de su liberación pueden ser terribles.El autor de la Primera Gran Novela Americana escrita por un suizo ha vuelto, sí, y lo ha hecho en plena forma
En un momento dado de la trama, hay un intento de representación de una novela de John Steinbeck (De ratones y hombres) que, para el autor, reúne todo lo que debería contener una buena novela: "Una historia poderosa, un soplo de fuerza épica, introspección y una reflexión inteligente". Pues bien, El Libro de los Baltimore contiene todo eso, y lo articula alrededor de la idea de esa dualidad maldita de la que hablábamos al principio, la que se da en las familias con dos hijos, dos hijos en lucha constante por el amor de sus padres, el amor exclusivo de sus padres, un amor que puede llegar a destruirlos, porque todo esfuerzo es inútil ante la permanente insatisfacción del hijo que vive creyendo que jamás estará a la altura de lo que se espera de él sin siquiera sospechar que nada espera más un padre de su hijo que que éste sea feliz. Suerte de la literatura, que, como dice el Goldman escritor, todo lo repara.
Jöel Dicker (Ginebra, 1985) ha vuelto, sí, y lo ha hecho en plena forma. El Libro de los Baltimore es una novela titánica, nabokoviana, altamente recomendable.
@laura_fernandez