Luis Artigue. Foto: L.A.

Premio Fray Luis de León. Visor. 66 páginas, 10 e.



El tú nombrado en el título y a quien los poemas de este libro hablan es un hijo que todavía no ha llegado, pero cuya presencia es ya no una promesa, sino una realidad viva o, si se prefiere, un fantasma hecho real por las palabras que se le dirigen. Así, es el deseo, el de tener ya al hijo en los brazos o como interlocutor, quien rompe a hablar. Así, esta situación conversacional sin interlocutor no sería sino una manifestación concreta de lo que el discurso poético es siempre: palabra dicha a nadie -"Hablo solo como los poemas"- a la búsqueda de alguien que la escuche. Y hay que decir que merece la pena prestar oído a esta voz que, emocionada por quien ha de llegar, igual fantasea con llevar al niño al circo que le lee a Kafka, le va formando una biblioteca o le habla de los que serán sus abuelos. Son gestos de padre, aunque de un hijo aún futuro, pero que se convierten en ocasión para reflexionar sobre la vida, sobre el amor o sobre lo real y la poesía en un lenguaje que está todo él preñado de emoción y que incluso, consciente de un algo de patetismo, irónicamente lo diluye: "Perdona el dramatismo emanado de mi insistencia en desfondar el silencio". Un "padre" que a su vez vuelve a nacer, pues el nacimiento del hijo, pese a la lejanía, trae el anuncio de una nueva vida, de una luz que ilumina de otro modo la existencia.



Luis Artigue (León, 1974) es autor de novelas y de varios libros de poesía -a destacar Tres, dos, uno... jazz- y ha mostrado en todo ello verdaderas dotes literarias. En los poemas en prosa de La noche del eclipse eres tú, pese a la fuerte carga emocional del discurso, no se cae en la trampa de la sentimentalidad, sino que el discurso mantiene altura poética y ello por una cierta actitud visionaria, no en vano se habla de lo que no está la vista -"Escribo con seguridad de sonámbulo o directamente como el loco que adivina la luz"-, que se pone de manifiesto en la capacidad para los tropos e imágenes. Así, a la emoción se aúnan saber poético, imaginación y reflexión de interés sobre el propio quehacer, que dan lugar a una lectura del todo gozosa.