Rafael Soler. Foto: Nacho Alcalá.

Vitrubio. 132 pp., 11 e.



Nombrar estos poemas como cartas supone, entre otras cosas, la exigencia de un destinatario y, en efecto, tal denominación en el título encuentra que lo exigido se cumple, cada una de las catorce secciones del libro deja explícito a quien se dirige la voz: "A un notario con el tiempo justo" -un notario que ya estaba presente en el anterior Maneras de volver y que es uno de los elementos de enlazan uno y otro libro-, "Al paciente de la 101, que nunca visité", por ejemplo, y no falta el desdoblamiento del remitente en una figura a la que escribir(se), como sucede en "A cuanto fui contigo", donde por lo demás tampoco falta un tú.



Así, estos poemas ponen en pie a personajes ficticios que encuentran su referencialidad en el mundo que anclan la escritura en lo real y algo se dice de ellos y de la realidad. Pero su asunto, de quien los textos hablan en último término, es del yo que escribe y se inscribe en sus palabras. Convendrá decir ya que el yo que configuran Las cartas que debía es un sujeto a quien la ética importa -"Haz lo correcto", "haz lo que debas" son fórmulas que no dejan lugar a dudas-y desde su posición mira el mundo y lo ve injusto, cruel, como se lee en los poemas de "A Daniel, cuando escupe manicomio", atravesados por una intensa emoción.



No debe lo anterior dar la idea de que se trata de una escritura que se decante hacia los contenidos olvidando lo que es, escritura y poética. Por el contrario, el lenguaje de estas cartas no es informativo o narrativo, sino que responde a un principio de libertad de discurso que introduce con toda naturalidad el tropo. Así, por señalar algunos casos, se nombra "un rostro de cuarzo feldespato" o "un zapato hambriento", o alguien camina con "paso de adelfa", pasajes donde el discurso se separa de la forma estándar, digamos que se enrarece e impone la lectura atenta, un lector activo. El resultado, un texto exigente que mantiene la tensión y alcanza, por tanto, la cualidad de poético.



Rafael Soler (Valencia, 1947), ingeniero, sociólogo y profesor universitario, tuvo un período de notable actividad literaria. Entre 1979 y 1985 publicó hasta seis novelas y volúmenes de cuentos y un libro de poesía y después el silencio. Maneras de volver en 2009 fue su regreso como poeta, que ahora encuentra su continuación. Hay que decir que como poeta Soler parece desentenderse de lo que puedan ser modas para escribir libremente, respondiendo a una exigencia íntima. Lo que importa: que al margen de antologías, es ésta una palabra poética de verdad que sabe transmitir la emoción que late en ella desde la experiencia de mundo que la hizo surgir.