- Nada sobra en literatura. Lo histórico, lo porvenir, lo mítico: todo es materia del sueño humano. Poesía completa de José Antonio Ramos Sucre (Sibilina/Fundación BBVA, 2012) busca un formato de totalidad próximo a la ambición épica, cuando en este reino la lírica era sólo cosa de rebeldes. "Juno suelta, desde las alturas celestes, al hijo deforme, oprobio de la hermosura divina". El de Ramos Sucre es un ego no dependiente de un individuo: el único sujeto posible es la humanidad entera. Poemas-río para una especie. Poesía llena de yo.
- No rescribir a Catulo: ser Catulo. Era Pompeia (Vitruvio, 2012) es la máquina del tiempo que transporta a Federico J. Silva a un pasado diseñado por poetas, no por historiadores. Sátira o amor catuliano, los libres intertextos de Horacio u Ovidio generan una imagen de quiénes éramos antes de Photoshop: "debes elegir sólo/ puedes elegir/ botar las piedras/ contra roma o contra/ tu propio tejado". De cómo no heredamos la tierra: encarnamos a sus amos.
- Son poemas diminutos, pero no se creen haikus ni epigramas. Lágrimas (Cálamo, 2012) es un poco de lenguaje para decir toda la verdad. La del dolor, la de la pérdida. "En pie, acosada/ por ladrillos de muerte./ Todos idos,/ me grita su reclamo/ más alto que el aullido". Catalina Montes es poeta como era mujer: con palabras claras hasta la transparencia. Yo sé que la literatura es poder en el corazón. Lo aprendí de ella.
Secciones
- Entreclásicos, por Rafael Narbona
- Stanislavblog, por Liz Perales
- En plan serie, por Enric Albero
- A la intemperie, por J. J. Armas Marcelo
- Homo Ludens, por Borja Vaz
- ÚItimo pase, por Alberto Ojeda
- Y tú que Io veas, por Elena Vozmediano
- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo
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