Juan Goytisolo. Foto: Santi Cogolludo

Varios traductores. Salto de Página. Madrid, 2013. 68 páginas, 10 euros



Incluso en este brevísimo poemario, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) se manifiesta como un heterodoxo. El libro está compuesto por nueve poemas breves, una "Nota liminar", que los justifica y un ensayo más amplio que cierra el volumen "Belleza sin ley", que ilumina el resto de su extensa obra. Los poemas han sido traducidos y se nos ofrecen en versión catalana de Clara Curell, vasca por Ricardo Arregi Díaz de Heredia y portuguesa por Carina Rodrigues. Consigue de este modo una versión ibérica de los mismos que hubiera satisfecho a algunos miembros de anteriores promociones, como Unamuno o Joan Maragall. Pero lo que en ellos era teoría se convierte en este libro en práctica. No podríamos sino suscribir unas frases de Sánchez Robayna sobre el autor: "Escribir es, para Juan Goytisolo, desbaratar las falsas creencias, subvertir la visión acomodaticia, ofrecernos, en definitiva, la realidad de su desnudez, de su dinamismo, en su fluir inagotable". En su nota inicial delimita el origen y la naturaleza de este narrador convertido ahora en poeta: "Decir que fui visitado sin invitación alguna por los nueve poemas aquí reunidos se ajusta rigurosamente a la verdad. Cierto que una gran parte de mi obra novelesca a partir de Don Julián es a la vez prosa y poesía". He aquí, pues, una de las claves que la crítica ya había advertido: el carácter poemático de los textos de Goytisolo. Este retorno a la oralidad es de carácter generacional y coincide con buena parte de los narradores latinoamericanos que definen la nueva novela, según la denominación propia de Carlos Fuentes.



La poesía fue "creada en función de algo ajeno a su propio impulso". Su autor no alude a la inspiración, pero, sin duda, procede del mecanismo que identificaron los románticos. El poeta pasa a ser un demiurgo, porque los redacta "con escasa intervención por mi parte, en otoño de 2010 (solo uno surgió un año antes, en solitario y por sorpresa)". Figura también en ellos alguna incorporación en cursiva, fruto de su obra Telón de boca (2003), La Celestina o alguna frase de los procesos inquisitoriales que el novelista frecuentó. En el poema 2 de "Desmemoria" (sin mencionarlo) descubrimos el fragmento de un verso machadiano. En su conjunto, el poemario utiliza el verso breve, generalmente el heptasílabo, aunque la métrica es libre. Los poemas son el fruto de una meditación sobre el paso del tiempo y el papel de la memoria. En su lenguaje, cincelado advertimos alguna dislocación sintáctica e imágenes impactantes: "cráneo tallado por un dios", "Me contempla un gato/ con ojos de aristócrata inglesa". No faltan, pues, rasgos de humor, pero en general el lenguaje es directo y actúa en búsqueda de la otredad. No faltan tampoco (pp. 14 y 16) referencias a la muerte o a la autorreflexión. Un cierto tono trágico advertimos en el poema 4 de "Desmemoria": "Feliz el que se muere sin saber que se muere", pero el poeta objetiva y el "yo" no figura explícito, aunque todos lleguen a conectar con facilidad en la conciencia del lector. En el ensayo final descubrimos una apasionante reflexión sobre el difícil encaje de las obras singulares en los movimientos literarios, la crítica al modelo generacional, el fenómeno de la oralidad o la aparición del grupo de creadores latinoamericanos que anticiparon el "boom". Es allí donde bajo el epígrafe "Los novelistas deberían leer poesía" intenta definir las diferencias entre poesía y prosa: "Prosa y poesía son cosas distintas, pero no incompatibles ni opuestas".



Estas páginas interesarán a sus fieles, porque ofrecen algunas claves y hasta fuentes de alguna de sus páginas que no tiene empacho en admitir. Nos encontramos, pues, ante un doble ejercicio: los poemas reflexivos, que bien merecen una lectura y el texto en prosa que sirve de apoyo teórico, no sólo al acto creativo poético, sino que alcanza una mayor dimensión al encarar la novela y su futuro, aquélla y el cine. Y no puede faltar tampoco la dura crítica social: "Entristece en verdad el ninguneo de quienes apuestan por el texto literario… en contraste con la promoción de quienes venden sábanas y sábanas impresas aplaudidas por los responsables de nuestro atraso educativo y cultural (uno de los más bajos de Europa y en continuo retroceso respecto a hace dos o tres décadas)": Juan Goytisolo en estado puro.



CENIZAS

2

Al admirar tu cuerpo,

recio el calzón de los membrudos,

lamento mi extravío

en la ficción del tiempo.

Imposible acogerse

al pecho hircino

y al vigor de tus brazos.

El abismo de un siglo nos separa.

Mas tu borrosa estampa,

al hilo de los años,

impugna

lo efímero mezquino

y me concede,

don del espejismo,

tu plenitud recobrada.



(Huecograbado del pahliván)