José María Micó

Premio Generación del 27. Visor 2013. 79 páginas, 10 euros

Artilugio para contemplar la belleza, ésa podría ser la definición o traducción de "caleidoscopio" descomponiendo la palabra en sus componentes griegos y, a decir verdad, se ajusta a estos artefactos verbales, poemas, que componen este libro, que son, sí, testimonios de lo bello, en un testimoniar que encuentra lo estético, lo que produce emoción en la voz en muy diversos asuntos, como variados son los cristales encerrados en el tubo y es que, como dice el diccionario, "caleidoscopio" es también un conjunto diverso y cambiante. Además, esa misma diversidad se da también en las formas textuales, desde poemas en prosa a otros en verso con o sin rima, algunos mínimos, de un único verso, singulares resplandores, e incluso el lector encontrará diversas lenguas: entre la mayoría de poemas en español hay uno en catalán y otro en italiano con sus traducciones, plenamente poéticas.



José María Micó (Barcelona, 1961) es un reconocido profesor e investigador de la literatura, especialista en el período áureo y muy en particular en la obra de Góngora, traductor, tarea en la que destaca la versión de Orlando furioso de Ariosto, y ha publicado varios otros libros de poesía, todos ellos de interés, de lectura siempre gratificante.



Como queda apuntado, la temática o, más bien, las anécdotas de las que parten los poemas son diversas: la música, con textos que homenajean tanto al guitarrista flamenco Diego del Gastor como a Albinoni, además de que "tango" se repite en el título de dos poemas que parecen estar a la espera de la música adecuada que los convierta en canción; la cotidianidad que se canta en las estampas de la serie "Momentos", historia de una mañana del personaje; un paisaje; el mundillo, en tantas ocasiones un algo putrefacto, de la profesión universitaria -"el triunfo es de los cínicos"- o ver nadar a la mujer amada. Con todo no faltan poemas que tratan lo efímero de la vida.



Micó, pues, no busca lo extraordinario, sino que en los acontecimientos menores encuentra la ocasión de la iluminación, de la emoción y, quizá se podría decir que en último extremo la razón de vivir -o de un cierto modo de vida-, cuando menos de poetizar, por cuanto redime: "No evitarás morir, pero has escrito". No he empleado gratuitamente el término "iluminación", sino para continuar el lugar central que la luz tiene en este libro. "¿Qué hay detrás de esta luz?" se pregunta y se responde "Más luz, más pura": esa otra luminosidad más allá de la luz es lo que la mirada deberá transformar en palabras. Hay otra realidad que la realidad esconde y que es cometido de la poesía el mostrarla.



Con un excelente sentido del ritmo, que se extiende a los textos en prosa, de secuencias metrificadas, el discurso va dejando figuras certeras: una mujer de belleza pasada por el quirófano es "flor de silicona"; si se afirma "la mentira es moneda despreciable" se prolonga enseguida con "me la embolsé". En suma, un excelente libro de poesía, quizá el mejor de los de este poeta.