Jaime Siles
Siles anunciaba ya entonces, titulando su libro Canon, en cuanto término musical que implica la repetición y la variación, que su escritura era canto, música y de hecho abundan en los versos los términos musicales. "Todo es música" se llega a leer en unos de los versos. Pero hacía saber también que bajo los diferentes asuntos de los que los textos hablaban una misma visión de mundo los recorría: cómo eternidad e instante no son nociones incompatibles sino que cada uno de ellos manifiesta a aquélla, también la fugacidad de todas las cosas al tiempo que la conciencia de la inmutabilidad del ser, cómo el todo está en lo singular y cómo la poesía sería "arañar el misterio", intentar decirlo aun con sus inevitables veladuras, en fin, una cosmovisión de la transcendencia, de lo cual hacer de la palabra música no sería sino un modo más de la transmutación de lo inmutable. Como muy oportunamente señala Gil, el pensamiento de Heráclito -cómo no recordar la formación en filología clásica de Siles-, el filósofo poeta por excelencia, o al revés, estaría en el fondo de todo ello.
Leído hoy este libro, su valor poético no ha envejecido y poemas como "Tragedia de los caballos locos" o la serie "Espacio último" continúan conmoviendo con toda su fuerza.