José Corredor Matheos. Foto: Antonio Moreno

Tusquets, 2013. 136 pp., 13 euros

Sin ruido, título exacto para nombrar un libro que discurre entre el silencio, palabra presente en el poema inicial, y el silencio, que comparece en el de cierre. El silencio es, se afirma, de donde brotan los poemas y el silencio ¿es donde encuentra la palabra su cumplimiento, tal como se pregunta la voz de este libro? Aunque se podría rastrear esta problemática a lo largo de toda su obra, es a partir de Carta a Li-Po (1975) cuando Corredor-Matheos (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1929) da un paso decidido en su escritura hacia una esencialización del decir y una interrogación sobre la poesía, que han pasado a ser marcas de su quehacer.



¿De dónde surgen estos poemas? Otro de sus libros, El don de la ignorancia (2004), y el título es muy relevante, daba la respuesta: "Qué extraño es estar vivo". Es esa extrañeza la que produce el asombro, y el gozo, ante todas las cosas: la primera lluvia del otoño, unas nubes. No son necesarios pretextos extraordinarios cuando la mirada es penetrante y ahonda en lo que se muestra para transcenderlo en su indagación hacia el ser. Un ser que no acaba de manifestarse, se diría que se oculta aunque da alguna seña y en la indagación de ello el poema pregunta: "¿Qué cosa con las cosas,/ si es que son más que sombras?/ ¿Y qué cosa o qué sombra/ eres tú?" Un tú que, si apunta al personaje del poema y, tras él, al propio poeta, no puede dejar de ser percibido por el lector como dirigido a sí mismo, sacudiéndolo de sus certezas. En ese sentido, en otro de los textos, también en segunda persona, se lee "Has sido destinado/ al sacrificio/ ofrecido a unos dioses/ que no existen".



En último término se trata del desvalimiento del vivir, del saber que es vivir para la muerte; sin embargo, el sujeto se entrega a la vivencia de las cosas, de lo existente, y con tal intensidad que puede decir "El mundo ahora está/ entrando en ti", es decir, se da una interpenetración con lo otro del yo, yo y mundo se funden confundidos en una misma y única esencia. En Un pez que va por el jardín (2007) se hacía explícita esta convivencia: "Yo soy un pez […] Y soy también un árbol […] Soy un pájaro", donde se rehace una conocida fórmula de Empédocles.



Una experiencia de este tipo, ser lo otro, no puede no tener consecuencias en el decir, que se ve abocado a forzar el lenguaje, y la expresión ha de recurrir a los contrastes léxicos, a la paradoja, y así se lee: "Sentir profundo amor/ por la tierra […] y vivir desterrado", "Qué paz, la de sentirse/ estar aquí, no estando" o "¿Qué podrá importar/ entonces el poema,/ ante el gozo de ser/ en el no ser?". Es el peaje al que hay que someterse cuando se pretende penetrar en el secreto, entregarse a él, darle voz. Por todo lo dicho, ya se comprende que la escritura, por su intento de abrirse paso más allá de lo real hacia otra realidad que se sabe más real, por decirlo así, hace del poema camino de aprendizaje que ha de vencer el desconcierto de no comprender y vivir cada instante como verdadero acontecimiento, lo que sitúa a este poeta en la estética más exigente y fructífera de la modernidad.



José Corredor-Matheos publicó su primer libro de poesía en 1953 y desde entonces su trayectoria ha sido ascendente. Reunida su obra anterior en Desolación y vuelo, este Sin ruido contiene unos de sus mejores poemas, llenos de emoción y sabiduría.

[acaso todo sea]

Acaso todo sea

tan sencillo

como que nada es,

ni ha sido, ni será.

Que este mismo poema

ni siquiera se ha escrito.

Tú escribe, convencido

de que todo,

en este instante,

es.