Nació en Canadá y se gana la vida enseñando griego antiguo. Es todo lo que la gran poeta Anne Carson quiere poner en la solapa de la espléndida antología (poemas, ensayos, óperas) que publica la editorial Vaso Roto con traducción de Jeannette Clariond. Forma parte de su constante método de poda: Carson corta, pule, aligera, porque sabe bien que, al economizar, suma. En Decreación la escritora elogia al sueño, “porque el dormir nos alivia”. Carson en estado puro.

Oda al sueño

Piensa en tu vida sin el dormir.

Sin la losa del tiempo proscrito puntuando cada almohada, sin almohadas.

Sin la enorme cocina negra y la estufa hirviente donde arrancas trozos

de piernas y brazos de tu padre

sólo para verlos organizados en una frase

la cual -sollozas con súbita alegría- te salvará

¡si puedes recordarla

después! Después,

poco queda salvo la épsilon verde pálida embalsamada entre

mar y posa

pero ¿qué es eso con lo que retoca tus ojos?

En este momento se detiene el escalofrío.

Un escalofrío es un sirviente perfecto.

El amén de ella alivia.

“De hecho”, confiesa en una nota a pie de página, “fue

un error de impresión por mamut

Me duele saberlo.

Orificio de salida, dicen.

A pesar de su dolor, otro día

La niebla del río (7 am) se dispersa y comienza, se estremece y comienza

sobre las otoñales piedras del molino.

Restos de hojas resplandecen. He hallado mi cordura.

La evidencia (7 pm): ella toma sus medicamentos, yo doy un paseo por el río.

La rueda de molino huele a húmeda hoja

de maíz.

Detrás de mí (2:38 am) en la oscuridad del Motel Dorset oigo el clic del calentador

y a ella, que se despierta en el otro extremo de la ciudad

en un cuarto pequeño y cálido

aferrándose a un rosario que brilla en lo oscuro.

No importa qué se diga del tiempo, la vida va en una sola dirección,

es un hecho, y resplandece.

La niebla del río (7 am) es plata desollada

cuando amanece oscuro

el día de mi partida.

PELIGRO NO LEVAR NI ECHAR ANCLAS

dice el letrero justo en la orilla.

La no conciencia nos engulle.

Ella en la cama como ramita doblada.

Yo, como siempre, ida.

Ciertas tardes ella no atiende el teléfono

Febrero. Hielo por todas partes. Pueden sentirse distintas densidades del hielo.

Sus tonos -azul blanco marrón a gris-pardo plateado- varían.

Parte del hielo tiene grava en el centro o sombras en su interior.

Otra parte es lisa como una ladera, no podría sostenerte.

De pie sentirías que el viento se atenúa, se deshila.

Todo cuanto hemos deseado, se deshila.

Los pequeños no pueden sostenerse sobre el hielo.

Ni una carta ni un esbozo de letra pueden sostenerse.

Cegadoramente, lo que allí hay de mundo, quema.

Febrero. Hielo por todas partes. Pueden sentirse distintas densidades del hielo.

Sin puerto alguno

En la antigua lucha entre hálito y muerte, se nos concede un último sueño.

Aceptamos una oferta por la casa.

En la suma de las partes,

¿dónde están las partes?

En silencio (allí) aguardan hojas y ventanas.

Nuestro tendedero desnudo corta la inclinación de la noche.

Y en un lamento por el perdido atuendo de la luz celestial

ángeles y detritus pasan flotando frente a nuestra cancela aún cerrada.