Hugo Mujica. Foto: archivo
En el primer libro de Hugo Mujica (Buenos Aires, 1942), Brasa blanca (1983), se lee lo que es una idea constante en esta espléndida obra poética: "mi decir/ lo que el silencio nombra", a lo que treinta años después Cuando todo calla le responde y ratifica ya desde el título. Del silencio a la palabra, extraerla de allí donde permanece muda y hacer que se manifieste, recorrer ese tránsito de la nada al lenguaje, tal es la tarea de este poeta y el resultado es a lo largo de todos sus libros unos poemas tan escasos de palabras, asediados por el silencio, como intensos. Convendrá recordar que en su biografía consta la vinculación de Mujica con el pensamiento oriental así como sus estancias de años en monasterios, trapenses incluidos, y, en efecto, no son experiencias vitales triviales. Pero lo que importa, sobre todo, es que la escritura de Mujica pone en poema el nacimiento del discurso surgiendo del mutismo.Hay que mencionar que "silencio" es palabra que no falta, y con ella otras expresiones con el sentido de ausencia o borrado, y también que ese mismo silencio se introduce en el texto dándole una tendencia a la brevedad e incluso se da el hecho de que el poema ocupa sistemáticamente el lugar inferior de la página, lo que deja un extenso espacio en blanco, sin palabras, como para dejar advertido que es de ahí, de esa nada, de donde el poema se destila, nace.
Y es que, sí, esta poesía es siempre nacimiento y que "crear" sea término elegido para titular no sólo el volumen de poesía completa, sino el conjunto de su obra, lo hace saber. Nacer, crear, hacer que haya algo donde antes no lo había: "como el primer decirse llanto / del recién nacido" se lee en el poema inicial de Escrito en un reflejo (1987), título que es ya toda una iluminación poética. Así, poeta iluminado, cegado -"un ciego buscando con sus manos / sus manos sobre el espejo"- por una imperiosa exigencia de búsqueda y de decir lo hallado, un hallazgo que, en esta poética, puede nombrarse con expresión del poeta como "don de la conquista de haberlo perdido todo". Y véase este fragmento en prosa: "Buscábamos la palabra en forma de hueco de esa palabra en todas las palabras, el hueco que hace de toda palabra un eco de ese hueco", donde casi rozando el equívoco se ofrece el trabajo de búsqueda que desemboca en una nada, que es ya una totalidad, y el relato ello da una potente lectura poética.
Otros temas que recorren esta obra son también búsqueda, la de la identidad, quién es yo, y en último término qué es ser. Se trataría, pues, de la revelación de secretos, de poner a la luz lo que está envuelto por la oscuridad, por lo que con razón se puede hablar de orfismo. Pero todo ello se da con una extraña naturalidad, sin palabras grandilocuentes, partiendo de acontecimientos mínimos. En muchos de los poemas comparece la naturaleza, el amanecer, la noche..., lo que da pie a la indagación, al paso a la profundidad.Como pocos, Mujica sabe aliar en sus poemas emoción y hondura, sabe pasar sin tránsito de lo inmediato a la transcendencia con un lenguaje que se tensa hasta el límite para decir poéticamente verdad, su huella ha quedado impresa con toda la fuerza de la ausencia, hecha presencia para el lector.
Lo que el abrazo abarca
gotea el grifoy algo de la piedra se va en el agua
muere
como si fuese humana.
buscamos retener lo que en el otro
se va yendo,
lo que a veces se derrumba
pero es apenas la despedida
ñp que el abrazo abarca.