José Luis Piquero

La Isla de Siltolá. Sevilla, 2014. 142 páginas, 16 euros

José Luis Piquero (Mieres, 1967) sostiene que escribe poco porque se exige mucha calidad. Tan sólo ha salvado ciento doce poemas, fruto de más de dos décadas de meditación y escritura. Los ha recogido en cuatro libros: Las ruinas, El buen discípulo, Monstruos perfectos y El fin de semana perdido. Reconoce a cuatro guías de obra exigua: Rimbaud, Kavafis, Rulfo y Gil de Biedma.



Cincuenta poemas, presentado como antología personal, reúne versos creados entre 1989 y 2014. Sorprende que en las páginas de un poeta joven hubiese ya una voz tan reflexiva, serena, con ecos de Luis Cernuda. Sentimos su desesperación elegante. En ningún momento asoma el malditismo fácil, sino la angustia de seres solitarios que paladean "la copa rebosante del mundo". Los recuerdos de la infancia y la adolescencia, el sexo, las peleas o los laberintos del rencor son evocados con un uso exquisito de la lengua española. El lector no halla imágenes deslumbrantes. Todo el arte de Piquero se encuentra al servicio de un conjunto de complejidad transparente. Destacan por su fuerza los poemas "Carta para escribir o recibir cualquier día" y "Después de la muerte de H. K."



Piquero opina que a partir de su tercera obra, Monstruos perfectos, empieza a liberarse de influencias literarias. Es cierto que las huellas positivas de Cernuda y Gil de Biedma ceden paso a una expresión más original. El poeta continúa hurgando con franqueza en zonas de oscuridad íntima. Parece que en ese empeño no admite el fraude de una libertad limitada. No escribe en vano el nombre de Jaime Sabines, cuyas palabras cita en el poema "Cuatro". Coincide con el autor mexicano sin caer en la imitación. "Mientras levanta el mundo su obra minuciosa de dolor", el poeta se pone la máscara de varios personajes (Caín, el Golem, el cíclope) para darnos su respuesta a las preguntas existenciales. "Eres el cuarto oscuro de la casa vacía", define Cristo a Judas. Pero, lejos de acomodarse en visiones inquietantes, hay espacio para la empatía. La composición "Alumnas de una escuela de peluquería" es buen modelo de la etapa madura del escritor.



El libro se cierra con siete textos hasta ahora inéditos, todos ellos notables. Quienes buscan versos que unen la belleza del idioma y el mensaje turbador tendrán aquí una fiesta. La calidad literaria de Piquero y su antología Cincuenta poemas no deberían pasar inadvertidas.