Desde la Ilíada, el rumor de las olas y el salitre no han dejado de impregnar la poesía griega clásica, como evidencia Aquel vivir en el mar (Acantilado, 243 páginas, 20€), espléndida antología preparada por Aurora Luque (Almería, 1962). He aquí, pues, mil años de poesía, de Homero a Safo, de Esquilo a Meleagro, de Píndaro a Quinto de Esmirna. Estructurado en seis bloques -poesía épica arcaica, lírica arcaica, poesía del drama, poesía helenística, la Antología Palatina y la poesía tardía-, el libro, empapado de mil años de aventuras, dioses, batallas y amores mediterráneos, es una delicia necesaria.



José Vidal Prado (Ferrol, 1967) debuta en la poesía con Historia de un jardín muerto y de un pájaro rojo (Vitrubio, 88 páginas), un libro de rara intensidad, poblado de oscuridades, soledades y tristezas ("llegue tarde a mi muerte./Aún seguía volando por tu boca" [p. 51]). Afortunadamente el amor, "pájaro rojo", irrumpe en la parte final para romper unos versos de asfixiante pesadumbre. Imposible no sentir la sombra, poderosísima, de Leopoldo M. Panero en estos versos que también recuerdan a Pizarnik. Vidal Prado. Habemus poeta.



Quienes creen que nuestro mundo literario necesita una buena limpieza cuentan ya con "su" poemario: Antolejía. Poemas para limpiar el váter (Ed. Liliputienses, 150 páginas, 10€), de Ballerina Vargas (Sevilla, 1976), un libro desenfadado y profundo, cargado de inteligencia y humor. Así, la autora confiesa no soportar a los culturetas que "sientan cátedra y establecen los márgenes/ De lo que es y no Poesía" y confirma que sí, que hay otros versos y están aquí. (p.9)