Ida Vitale. Foto: Zipi
Puntual, se publica el volumen correspondiente del XXIV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, otorgado a la poeta uruguaya Ida Vitale (Montevideo, 1923) y ha de resaltarse la esmerada edición una vez más de los libros de esta colección y, como los anteriores, éste contiene además un muy oportuno estudio introductorio que sitúa al lector en situación ideal para la lectura de los poemas antologados.Ida Vitale es autora de ensayos (El ejemplo de Antonio Machado, Cervantes en nuestro tiempo) , de prosa, traductora de diversas lenguas, pero sobre todo una muy reconocida poeta. Una poeta que hace de la palabra su mundo: "palabra/ es patria que vela por sus hijos" -nada más cierto en que quien hubo de exiliarse de su país- y en el poema titulado nada menos que "Seguro de muerte" afirma que, pese a esa certeza ineludible, todavía algo, un algo que no se concreta, misterioso, "fía en la salvación por la palabra". Canto a lo mismo son también estos versos: "Expectantes palabras,/ fabulosas en sí,/ promesas de sentidos posibles", de manera que se tiene al lenguaje como acceso a otras significaciones y con ellas a otros modos de pensar y a otras realidades, a una vida hecha desde la palabra. Una palabra que es instrumento poderoso que interviene en la realidad, que es mundo, que lo lee, así en "Tarea", se entiende que la del poeta, se dirá "Abrir palabra por palabra el páramo" como si se tratara de un libro.
Ya en su primer libro, La luz de esta memoria (1949), se lee "La noche, esta morada/ donde el hombre se encuentra", lo que nombra como espacio que se habita el de la oscuridad. Allí es donde ha de producirse la visión, visión de lo que se muestra visible sin luz alguna, que se producirá por iluminación y completa el trabajo el traducirla a escritura: "¿Cómo cantar el confuso perfume de la noche […]?".
Basta esto para explicar por qué el discurso poético de Ida Vitale desafía el uso común de la lengua, la lógica, sin resultar por ello sus poemas herméticos. La reflexión sobre el lenguaje y la escritura, y con ellos el silencio, es asunto que se reitera, como en tantos poetas modernos. Y es de destacar que, pese a lo central de la pulsión de escribir, triunfa la vida, su plenitud: "me importa más amarte".
Desde sus inicios un tema que recorre esta obra es el tiempo, su transcurso que lo arrastra todo al pasado -incluso hoy es "futuro ya y recuerdo"-, también entonces la cuestión de la memoria y la muerte ya aludida, la de los otros, la propia. Pero la vida, la poesía, sirve de compensación: "A ti, alfabeto, gracias te sean dadas". Espléndida ocasión este libro, Todo de pronto es nada, para entrar en un mundo poético profundo, muy personal y realmente fascinante.