Juan Vicente Piqueras
Juan Vicente Piqueras (Requena, 1960) dialoga aquí con su padre muerto y consigo mismo. De paso, sin remedio, interpela al lector. Aunque todo es fragilidad en esos trágicos momentos, no faltan ironía y humor en estos poemas dichos en un lenguaje claro y de tono natural donde menudean expresiones rurales y cotidianas. El poeta se ve obligado a regresar a su lugar de nacimiento: "La aldea no se acaba. / Yace aquí, en lo que escribo". Allí le espera la infancia. Con ella, los recuerdos, los juegos con el padre (el escondite, el ron, el gua), los trabajos del campo, las manos de Fermín haciendo pleita, los animales, la viña...Dije memoria y ahora digo olvido. Porque el padre la ha perdido: "No me digas que no me reconoces / porque entonces ni yo sabré quién soy". En medio, reflexiones sobre la propia vida del poeta. Anotaciones del diario de un cuidador: "No se puede escribir una agonía / y sin embargo alivia convertir / en versos el dolor, el miedo en música. / No se puede decir y sin embargo".
La parte final recoge poemas de título tan explícito como "Acta de defunción", "Pésame mucho", "Lápida Sudáfrica"o "Pensión de viudedad", que junto a "Los agujeros del hijo" se ocupa de la madre. "Inolvidar" es otro poema importante, como "Dos golondrinas": "Yo sigo siendo tú, no te preocupes,/ soy tu guarín, tu viña, tu manera / de no morir". El que cierra el conjunto, "Nombres borrados", deja al lector sin ellos.