T.S. Eliot. Poesías Completas
T.S. Eliot
12 enero, 2018 01:00T. S. Eliot
Desde que publicó La tierra baldía en 1922, annus mirabilis (el del Ulises o Trilce), los lectores y la crítica reconocen a Thomas Stearns Eliot (1888-1965) como padre fundador de la poesía moderna. Había nacido estadounidense en Saint Louis, Missouri, en una familia acomodada. Tras pasar por las aulas de Harvard, viajó como dandy a París (para entonces ya había descubierto a los simbolistas gracias a la antología de Symons, en especial a Laforgue y su verso libre, del que se confesó "enganchado") y Reino Unido, donde llegó en 1914 y residió el resto de su vida. Se nacionalizó británico en 1927. Se definió como "clásico en literatura, conservador en política y anglocatólico en religión". En 1948 le concedieron el Nobel y su fama quedó consolidada. No sólo por su faceta de escritor, sino también por la de crítico, uno de los más influyentes y brillantes del siglo XX, y la de editor, en Faber & Faber, después de abandonar Lloyd's Bank. Precisamente en esta editorial londinense se publica en 2015 The Poems of T. S. Eliot, donde sus editores, Christopher Ricks y Jim McCue, fijan el canon definitivo de la poesía eliotiana.En España se hizo con los derechos Visor, que puso en manos de José Luis Rey la traducción de tan magna empresa. Ya antes se había enfrentado, también para el sello madrileño, con la poesía de Dickinson (tarea que dedicó, como esta, a su madre "que me enseñó inglés cuando era niño"). Continúa Rey una larga lista de poetas traductores de Eliot que incluye a León Felipe (su versión de Los hombres huecos es de 1931, el año siguiente al de la primera edición española de La tierra baldía, de Ángel Flores), Muñoz Rojas (que lo trató en Londres), Vicente Gaos (de 1951 es la primera edición de sus Cuatro cuartetos), Agustí Bartra, Gil de Biedma (que vertió sus ensayos), Claudio Rodríguez (cuyas versiones permanecen inéditas), José María Valverde (que publicó a finales de los setenta en Alianza Poesías reunidas), José Emilio Pacheco (del que rescata, la misma editorial, su edición de Four Quartets), Esteban Pujals, Juan Malpartida, Jordi Doce, Felipe Benítez Reyes, Juan Bonilla... Aun no siendo poeta, es justo destacar las traducciones de Andreu Jaume.
El volumen bilingüe está estructurado de la siguiente manera: al breve pero elocuente prólogo de Rey, le siguen los libros y otros poemas en orden cronológico. Prufrock y otras observaciones (1917), Poemas (1920), La tierra baldía (1922), Los hombres huecos (1925), Miércoles de ceniza (1930), Poemas de Ariel, Poemas inacabados, Coriolano (1931), Poemas menores, Coros de 'La Roca', Cuatro cuartetos, Versos de ocasión y Poemas sueltos. Se incluye La tierra baldía: reconstrucción editorial, esto es, una versión del libro anterior a la poda que hizo en el original el poeta Ezra Pound.
Si importante es el corpus poético de Eliot (que los lectores españoles conocíamos sólo en parte), no le anda a la zaga, en lo que a esta ejemplar edición respecta, los Comentarios que le acompañan. Ocupan 433 páginas y recogen las apreciaciones del poeta sobre su obra tomadas de diversos libros, textos, artículos, testimonios, entrevistas y correspondencia. Es un festín, entre exhaustivo y abrumador, para los lectores, que encontrarán allí miles de claves acerca de sus versos, los de un poeta sin duda complejo, y otras tantas lecciones acerca de la poesía que muestran a las claras su perspicacia crítica. Y su absoluta modernidad, cabe añadir, ya que al tiempo que escribe sus poemas es capaz de reflexionar con lucidez sobre su labor.
De su ópera prima, Prufrock (como él la llamaba), tras una paciente espera de años y el incondicional apoyo de su "defensor", el citado Pound (al que conoce en 1914), se vendieron 357 ejemplares. Vino después Poemas y, por fin, el libro que acaso mejor le describe y por el que, ya se dijo, consiguió un lugar principal en el parnaso. Las interpretaciones sobre ese permanentemente novedoso poema no han dejado de crecer. "Para mí supuso solo el alivio de una personal y totalmente insignificante queja contra la vida; no es más que un trozo de rítmico lamento", atajó Eliot. Cualquier lector en lo primero que se fija cuando tiene en sus manos una nueva edición es en cómo se traduce el primer verso. Para Rey: "El mes más cruel es abril".
De la importancia que tuvo Pound en la versión definitiva (que aquí se puede contrastar) ya se ha hablado bastante, así como de la pertinencia o no de las "Notas" que incluye. El asombro, sin embargo, no cesa. Su poética puede resumirse en esta frase: "Si uno quiere decir algo que no haya dicho antes, uno ha de encontrar una nueva manera de decirlo". Y eso hizo. Consiguiendo, como quería, que un poema extenso sea "tan interesante como una historia detectivesca". En aquel tiempo, ya había aprendido las reglas para poder romperlas, no buscaba la novedad ni intentaba hacer algo que ya se había hecho.
Eliot tuvo dos almas poéticas claramente representadas por sus dos libros más significativos: La tierra baldía y Cuatro cuartetos. No fue, así, el autor de un mismo libro. Si en el primero prima la experimentación y la búsqueda, en el segundo, según Malpartida y Doce, se expresa "el poeta del renacimiento cristiano", más conservador, espiritual y meditativo.
En la poesía española contemporánea, los partidarios de uno u otro forman, digamos, dos frentes que no dejan de representar dos maneras distintas de concebir el hecho poético.
Aun reconociendo la absoluta maestría de estas obras, la elegancia eliotiana (que Rey consigue transmitir en castellano) está también en sus poemas menores ("Paisajes"), en sus versos de ocasión ("Dedicatoria a mi mujer") y en los sueltos (con poemas eróticos dignos de un puritano).
"No es un libro para cualquiera ni es un libro para leer, sino para hundirse y resucitar en él", dijo Félix de Azúa de los Cuartetos, algo que se me antoja extrapolable a este volumen, su "mundo completo", un hito en la incesante recepción de la obra de Mr. Eliot en España.
Mañana en la ventana
Están fregando platos en cocinas del sótano,y en las pisoteadas aceras de la calle
advierto que las almas húmedas de las criadas
ya brotan con desánimo en las verjas.
Las pardas olas de la niebla traen
mil rostros angustiados del fondo de la calle,
y de la paseante con falda sucia arrancan
la sonrisa sin meta que se eleva en el aire
y al llegar al tejado ya se ha desvanecido.