Recuerdan ahora Juan Manuel Bonet (París, 1953) y Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966) que el proyecto surgió a raíz de la publicación de la antología de poesía ultraísta que hizo Bonet hace unos años. "Como de vez en cuando nos dábamos puntual información de nuestras respectivas conquistas en ese almacén de libros que es América, fue surgiendo de manera paulatina la posibilidad de hacerlo. Los ánimos del editor Ignacio Garmendia terminó por convencernos", explica Bonilla.
Desde el principio tuvieron claro que su principal problema era la selección. "Desde luego", tercia Bonet, "eso fue lo peor: la abundancia de material. La necesidad de jerarquizar. La dificultad, a veces, de dar con los poemas mismos, y no digamos con ciertas publicaciones. La vanguardia nicaragüense, por ejemplo, hay que recomponerla a partir de fuentes secundarias". Bonilla, por su parte, apunta también "la localización de las obras de algunos poetas de los que teníamos noticia y el presentimiento o la convicción de que había que indagar en ellos. A menudo seguíamos pistas que no llevaban a parte alguna -un poeta uruguayo que le mandó un saludo en verso a Marinetti y parecía interesante y luego resulta que no- pero en otras muchas ocasiones nos llevamos grandes alegrías".
En cuanto al trabajo, se lo repartieron según sus obsesiones, saberes y caprichos, conscientes, dice Bonilla, de que "nuestro enemigo no era nunca el gusto del otro, sino el espacio y la ingente cantidad de material con el que trabajábamos".
Rincones menos iluminados
Pregunta. ¿Cuál ha sido su criterio de selección?
Juan Manuel Bonet. Además de incluir a los obvios e ineludibles, atender a rincones menos iluminados. A ambos nos gustan mucho los estridentistas mexicanos, tan novelescos. Y los brasileños, muchos de ellos apenas leídos fuera de su país. Y ese grupo de chavales llenos de espíritu lúdico que fueron los "runrunistas" chilenos. También nos pareció importante documentar la existencia de una vanguardia como la nicaragüense, que produjo caligramas muy buenos, y que políticamente fue la única que no fue izquierdista, sino todo lo contrario, reaccionaria, y reivindicadora de la Action Française de Charles Maurras.
Juan Bonilla. Por un lado representar cada país con sus poetas más interesantes sin imponernos cuotas ni contar si había más uruguayos que ecuatorianos. Por otro, preferir que poetas muy reconocidos y editados como Neruda, Vallejo, Borges o Huidobro, no estuvieran representados conforme a su importancia, sino que cedieran espacio a poetas menos reconocidos. Por último, pero fundamental, tratar de que cada pieza funcionase tanto como representativa de la voz del poeta como de la vanguardia, y se sostuviera como poema. Lejos de nuestra intención quedarnos en la mera arqueología.
"Hemos preferido que poetas como Neruda o Borges cedieran espacio a poetas menos reconocidos", dice bonilla
P. ¿Cómo llegaron las vanguardias a América Latina?
J. M. B.. Primero llegan, vía París, ecos del futurismo, del que hablan tempranamente Rubén Darío, Amado Nervo y otros. Luego los pintores traen ecos del cubismo. Se aceleran las cosas a partir de la incorporación de Huidobro al cubismo literario francés, y en francés, la "lingua franca" de la vanguardia, en que está escrito HORIZON CARRÉ (1917), el primero de carácter rupturista de un esritor de nuestra lengua. Y con un movimiento español, el ultraísmo, surgido en 1919, y cuya chispa había prendido el chileno el año anterior. El ultraísmo asimila el futurismo, el cubismo, el expresionismo y todos los demás ismos, y especialmente Dadá. Borges, que participó en él aquí, lo mismo que su hermana Norah, lo importaría a Buenos Aires, con su revista mural PRISMA (1921), y luego con PROA, cuya primera etapa es de formato copia de ULTRA de Madrid.
P. ¿Qué las diferencia de las europeas y de la española?
Juan Bonilla. Me interesa particularmente cómo algunos poetas de allí encapsulan en formatos de vanguardia mundos propios que hasta entonces sólo se habían expresado mediante distintas formas del folklore. Por supuesto está -como en todos los episodios vanguardistas- el canto a la ciudad, al vértigo, al cine, pero también hay un volverse hacia el sitio de cada cual que produce efectos muy particulares como el indigenismo o el negrismo. Esa alianza de lo particular -el fondo- con lo cosmopolita -la forma- me parece especialmente llamativa en algunos poetas peruanos, brasileños -una potencia formidable- o caribeños.
El canon ensanchado
P. ¿A qué se debe el desconocimiento casi general del valor artístico y la originalidad de las vanguardias latinoamericanas?
J. M. B. Al complejo de superioridad europeo. En España hemos sido más receptivos, pero sólo en fechas muy recientes los franceses han empezado a mirar un poco más allá de Borges, Vallejo o Neruda, que han sido prácticamente los únicos poetas traducidos sistemáticamente. El canon se ha ido ensanchando. Hoy se sabe cada vez más, por doquier, de la importancia de otros nombres: Huidobro, Tablada y sus "ideogramas líricos" y en general los "haijines" mexicanos, Carlos Oquendo de Amat, César Moro, Hugo Mayo, Alfredo Gangotena, Alfredo Mario Ferreiro y su primer libro (El hombre que se comió un autobús), Juvenal Ortiz Saralegui y su Palacio salvo, Mário de Andrade, Oswald de Andrade, Luiz Aranha y sus Cocktails, Jacobo Fijman, Westphalen…
A pesar de la ingente cantidad de poetas y poemas recuperados, los antólogos se confiesan conscientes de las lagunas existentes. De ahí que se planteen una segunda edición ampliada, "incluso, ya por ponernos ambiciosos , confirma Bonilla, dándole sitio a las colonias inglesas y francesas, a Jamaica, a Haití, a las Guyanas para que cupieran Aime Cesaire y Leon Damas y Claude McKay -aunque eso ya nos llevaría al Renacimiento de Harlem y tendríamos a Langston Hughes llamando a la puerta preguntando porqué él no puede pasar, y eso haría que tuviéramos que dejar pasar también a John Dos Passos, que también formó parte de la red vanguardista latinoamericana traduciendo Urbe de Maples Arce. Un segundo volumen estrictamente no, dejaría en mal lugar a los poetas que fueran en él, como si fueran los suplentes de Tierra negra con alas".
Bonet sueña con una reedición "en la que metamos a esa cuarentena de nombres que cayeron. Pero mientras, el lector ya tiene para entretenerse estas casi mil páginas"
Bonet, por su parte, sueña con una reedición "en la que metamos a esa treintena o cuarentena de nombres que finalmente cayeron. Pero creo que mientras tanto, el lector ya tiene para entretenerse con lo que hemos reunido en estas casi mil páginas. Lo que sí podría resultar sugerente, y eso sí lo hemos comentado entre nosotros, es antologar a los post-modernistas, los prosaístas, tan bien estudiados por el hispanista francés Hervé Le Corre en un libro publicado en Gredos. De hecho es una zona que nos tentó incorporar, lo que pasó es que nos parecía que podía parecer que estábamos dando gato por liebre. Estoy pensando en poetas mexicanos de la provincia, como Ramón López Velarde, que logró un amplísimo reconocimiento póstumo, o como su amigo Francisco González León, apenas leído hoy, pero absolutamente maravilloso; en el "sencillista" argentino Baldomero Fernández Moreno y su extraordinario libro Ciudad; en su principal discípulo, el español porteñizado Pedro Herreros; en el colombiano Luis Carlos López; en algún ecuatoriano, chileno o uruguayo de la misma onda; en el peruano José María Eguren, del que sólo hemos metido un poema influenciado por el cubismo; y por último, en un gran poeta satírico, el colombiano Luis Carlos López, el poeta de Cartagena de Indias…"
Ramón, camino al abismo
La conversación se detiene ahora en el papel esencial de Rubén Darío en las vanguardias ("es el padre al que los vanguardistas quieren y admiran como tal padre pero al que por razones de biología y freudismo tienen que matar", explica Bonilla, que recuerda cómo hay una Oda espléndida de Coronel Urtecho a Rubén Darío que lo expresa memorablemente. "Rubén deja la poesía tan exhausta que hay que huir de él para seguir haciendo poesía que no sea mera imitación: como todos los grandes maestros, es un camino que da a un abismo. Si das un paso adelante vas al vacío. Eso lo entendió mejor que nadie nuestro JRJ, que siendo un gran discípulo de Rubén, aprende que por ese sendero va a la nada, y consigue reinventarse y producir las primeras piezas esenciales de una nueva poesía -Diario del poeta recién casado y Piedra y cielo. La reacción vanguardista no es tanto contra la poderosa voz de Darío, como contra su legión de imitadores que habían hecho de su potencia una música agradable, facilona").
También, inevitablemente, surge el nombre de Gómez de la Serna, Ramón, del que Juan Manuel Bonet apunta que sale muy citado en las biografías que ha redactado para este volumen: "Fue amigo de Girondo, de Borges, de Cardoza y Aragón, de Asturias, de Alfredo Mario Ferreiro. Viajó dos veces a Buenos Aires, se casó con la argentina Luisa Sofovich, y en 1936 decidió instalarse definitivamente allá. Pero ya a finales de la década del diez, y durante toda la siguiente, fue una figura reivindicada por casi todos los poetas nuevos del continente, y también, por supuesto, por no pocos prosistas. Su libro Ismos, de 1931, circuló mucho. Fue una biblia para esos modernos".
Otra figura clave, más secreta, que influye en no pocos creadores del Nuevo Mundo, es el francés Valery Larbaud, "un gran poeta de transición, y que se inventó a su millonario chileno Barnabooth. Larbaldiano militante como soy, también he subrayado en mis fichas las muchas veces que se cita tanto al poeta, como a su alter ego. Los poemas de la agencia de viajes Cook que escribe el nicaragüense Joaquín Pasos son muy Larbaud, pero también lo es una parte de la obra del comunista argentino Raúl González Tuñón, el otro gran poeta, con Borges, que supo expresar la propia ciudad de Buenos Aires", destaca Bonet.
P. Tras leer el volumen, queda una duda: ¿qué queda hoy de todo aquello, en qué poetas hispanoamericanos actuales se distingue el fulgor vanguardista?
J. B. Las vanguardias son una época, una sucesión de movimientos estéticos en un tiempo determinado que en puridad no se detienen ni tras la II Guerra Mundial -ahí está el situacionismo, y luego el punk. Pero por no salirnos de América, es evidente que la etapa legendaria, a la que está dedicada nuestra antología, da lumbre a una serie de poetas que beben directamente de esos logros: Nicanor Parra, Octavio Paz, Gonzalo Rojas, Vicente Gerbasi. Y se sucedieron luego más episodios importantes de las vanguardias -El techo de la ballena, la poesía concreta.
J. M. B. Al nuevo canon contribuyen los nuevos poetas, y todavía más, los nuevos prosistas, que eligen en ocasiones faros en esa época. Fíjate por ejemplo en la presencia del estridentismo y de algunos de sus protagonistas, a los que conoció, en Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Fíjate, del mismo narrador, el tipo de biografías imaginarias, pero no tanto, que reúne en un tomo de prosas en forma de diccionario como es La literatura nazi en América. Fíjate en la última novela de Bonilla, precisamente, que está inspirada en la mexicana Nahui Olin. Fíjate en las Falsas memorias de Blanca Luz Brum, del uruguayo Hugo Achúgar, donde hace hablar en primera persona a su compatriota, figura cuya vida, absolutamente rocambolesca, tanto en lo sentimental como en lo político, es de lejos su mejor obra. Fíjate en la novela de Valeria Luiselli sobre Gilberto Owen en Nueva York.