Image: Felipe González

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Opinión

Felipe González

18 octubre, 2000 02:00

A Felipe González se ve que le pesan demasiado los años como para ponerse a estudiar. Y ya no tiene aquel talle político que tenía. Las bromas con la estatura de Aznar son una declaración de impotencia. Fue el arsenal de las ideas, ahora sólo es el de los chistes

No nos preocupa tanto el político, a quien ya damos por perdido, como el hombre, que en cada nueva entrevista -cuando decide abandonar su soledad errática- desciende de nivel intelectual. Lo último que ha hecho en Onda Cero es comparar la talla física de Aznar con la de Zapatero, haciendo como que se refería a tallas políticas o intelectuales.

Eso es todo lo que podemos esperar del hombre/arsenal del socialismo. Arsenal ideológico y lingöístico que fue en un tiempo y que pudiera seguir siéndolo ahora, como reserva espiritual de un partido que le ha abandonado haciendo como que abandonaba él. Uno ha vivido aquel Felipe yeyé de los setenta, el salvador de la patria de los 80, con sus diez millones de votos y su utopía cuatrocaminera. Uno ha vivido aquel Felipe de la oposición en las Cortes, contra un Suárez al que querían hacer "tahúr", pero el pueblo le hizo duque. Uno ha tomado alguna copeja que otra en la madrugada de la Bodeguiya, y ha conocido siempre al joven lúcido, audaz, gentil de palabra, fácil de insulto, fino de argumentos, recordando que en su arte político había más zambra que argumento, más arte que ciencia, más encanto personal que convicción intelectual. Hasta que le pusieron en frente a un castellano corto y duro que llevaba España en fichas, que traía España en chuletas, y entonces es cuando Felipe principia a arrugar la cara como una mosca, mientras Aznar le contesta desde el estrado, punto por punto, y Glez. entiende que éste es un molesto, que éste no va a ser un turbión que se queda en charcos, como Fraga (al que puso coche oficial, por más marearle), sino que la nueva generación de la derecha sabía de números, se había educado en el extranjero y traía un programa muy peligroso, pero muy claro: la democracia liberal. Entonces es cuando van y sacan el doberman.

La deflagración personal de Glez. sólo se explica por la deflagración colectiva del PSOE y sus instituciones y organismos. Hay una verdad histórica y fundacional: en los 80/90 el socialismo tiene razón, pero no curra. A partir de los 90, el PP, o sea la derecha, se supone que no tiene razón, pero se lo curra duro y de verdad. Aznar es un hombre de despacho. Felipe es un hombre de mitin y de gira latinoché, como Nati Mistral. Nos gustan más las ideas del socialismo, incluso hoy, pero se lo han currado y se lo curran mejor los aznares de la España eterna, con perdón. En una palabra, que los socialistas llegaron al poder improvisados (el viejo PSOE enterraba a sus muertos en América), mientras que los españolistas se lo prepararon mucho, se lo montaron, se lo hicieron total, para llegar.

Y mira si llegaron.

Sólo dentro de este enfrentamiento cultura política/incultura se entiende el fracaso del PSOE y la desnutrición ideológica de Felipe González.

No olvido nunca aquel momento en que, delante de mí, un Almunia de los buenos tiempos, cargado de poder y temperatura, le decía a Herrero de Miñón:

-Tú calla, que eres de letras.

Joder, si no llega a ser de letras. Era por entonces el único hombre que desalojaba a Fraga, y por eso le mandaron a su casa de la Calle Mayor, a la altura de la Plaza de la Villa, adonde yo le visito cuando me invita. Aquello no es la Bodeguiya, precisamente, sino un colmado de erudiciones, esteros y desesteros, libros grandes, blancos y hermosos, como icebergs de sabiduría, un brasero de plata que calienta como oro y la joven y bella esposa de Miguel.

También sale uno de allí borracho, pero de cultura. Ah el Almunia prefinal, qué diferencia con el Almunia ensoberbecido que mandaba callar a Herrero de Miñón. La picardía sirve para un rato, pero al final se ve la verdad de cada hombre, que el tiempo es una resonancia magnética y te pone en claro. Felipe González era de la escuela almuniana, o a la viceversa, y ante esta falange de estudiantes aplicados se han visto todas sus carencias. Es cuando recurre continuamente al chiste malo, porque el chiste bueno nace también de la cultura.

Entendamos el caso Glez. por círculos concéntricos. Encanallamiento de algunos psoes, vídeos a algunas personas, corro de la hoja de la patata, doberman, "convolutos" para todos los personajes morandianos de la noche abierta de Joy Eslava, etc. Aquí nadie estudia ni trabaja. Frente a la formidable y espantosa preparación de los populares -muy aznarianos ellos-, al socialismo sólo le queda el chiste, la celeridad verbal, el insulto, la apelación al pasado de las derechas, al concepto mismo de la derecha. Pero todo les viene de que nadie pegaba un sello. Estos saben economía, diplomacia, geografía, gramática, disciplina y comunicación.

Aquéllos eran más brillantes, pero éstos son más eficaces. Han ganado el poder como unas oposiciones: estudiando. A Felipe González se ve que le pesan demasiado los años como para ponerse a estudiar. Y ya no tiene aquel talle político que tenía. Las bromas con la estatura de Aznar son una declaración de impotencia. Fue el arsenal de las ideas. Ahora sólo es el arsenal de los chistes.