Opinión

El mal de las siete chimeneas

7 febrero, 2001 01:00

Puro humo, fuego y caribe, Cabrera Infante se la ha vuelto a jugar al Comandante, así que Alfaguara no abre casa en La Habana. Menos claro está lo del Mal de las Siete Chimeneas (ya es epidemia). Lástima de semana: se nos murió Lapesa, un sabio que frisando los 90 aconsejaba a la ministra y todavía pedía perdón. No se detengan en mi papelera sin leer esa perla de la página 3.

Después de bailar tanto a su son, resulta que fracasó el intento. Les cuento: hasta hace unas semanas la editorial Alfaguara pensaba plantar una pica en La Habana, o sea, un local, una librería, para vender allí su catálogo de autores. La cosa iba amarrándose lenta y secamente, pese a los vetos de Castro ( ya saben, este autor sí, éste no y éste tampoco). Las huestes de Polanco desplegadas por el malecón y el comandante y su ministro Abel erre que erre. ése era el escenario. De pronto sube a escena Guillermo Cabrera Infante echando puro humo, furia y, lo que es clave, pulso firme a Polanco. ¿Qué pasa, que vais a vender sólo a los que quiere Castro?, dijo Cabrera echándole cojones. Y se cargó el proyecto. Alfaguara, de momento, no se instala en La Habana. Por Cabrera.

Los genios del márketing editorial se han sacado del sombrero un sorteo a Río de Janeiro con todos los gastos pagados. Pueden participar quienes compren la última novela de Paulo Coelho antes del 30 de mayo. Y dicen más. Dicen que Coelho "te estará esperando para conocerte personalmente". ¡Pobre Paulo, qué pereza!. La idea es un filón. Para empezar, me pido Nueva York y que sea Paul Auster quien me espere a pie de avión, para acabar en Suráfrica, con Doris Lessing y Nadine Gordimer.

Aunque han pasado más de trece años de la muerte de Marguerite Yourcenar, la dueña de la casa de Capri en la que vivió la escritora a finales de los años 30 sigue recibiendo las facturas de la luz a nombre de "una tal Margheritta Yourcemar". Para que luego digan que la inmortalidad no existe...

Nada nuevo, créanme. La voz de alarma se ha ahogado en su propia salsa: ni la colección de Tita Thyssen ni la del barón corren tal peligro. Que no cunda el pánico. Los abogados del Estado saben lo que hacen, y saben que los acuerdos Thyssen se firmaron con quienes tenían capacidad absoluta para vender o prestar. Entonces, ¿a quién beneficia todo este ruido? Me parece a mí que más de uno ha sido intoxicado por sus fuentes de sangre azul.

Con tanto arte a la vista, se me llena la papelera de espantajos. Pero yo voy a lo mío y me pregunto: ¿a qué empresa van a adjudicar las obras del Prado? ¿Será a la misma que hizo las cubiertas, esa misma que realizó la obrita del Reina Sofía hace unos meses, la misma, fíjense ustedes, cuyo vicepresidente es el presidente del Patronato del Reina Sofía? Qué tino adjudicando, señores, qué insistencia. Por cierto, el Patronato del Reina Sofía parece que se renueva.

Ya existe un primer copión sin banda sonora de Los otros. Después de un rodaje de fracturas y facturas (Nicole Kidman lo ha retrasado y encarecido), Amenábar se ha quedado solo, a vueltas con la música. En su casa de Malasaña le han instalado un estudio profesional de postproducción, de donde me dicen que no sale ni para comprar el pan. El JASP del cine español asegura que no le ha salido una película de terror al uso, como todos imaginaban, sino un "drama intimista con mucha angustia y mucha tensión". En fin, hasta finales de año no sabremos nada.

Me aseguran que el desguace de un imperio periodístico y editorial es imparable y que sólo se espera la muerte del fundador. Ojalá tarde, que casi nadie tiene prisa...

La Fundación Alberti prepara unas nuevas jornadas de poesía última para abril. La inaugurará Basilio Rodríguez y la clausurará Blanca Andreu. Su conferencia no se titula "¡Arrepentíos!", pero a lo mejor van por ahí los tiros, ya les contaré. Por cierto, que lo que más abunda en el programa son visitas a las bodegas de la zona. Así que lo mismo no les cuento...

David Trueba se ha ganado fama de polifacético. Hasta ahora, que supiéramos, lo suyo era ser escritor y director de cine. Ahora le quieren además hacer actor. Y no sólo: el director del Festival de ópera de Perelada le ha pedido hace unos días que le escriba un libreto. "Pero si a mí no me gusta la ópera", cuentan que fue su respuesta. "¡Eso es lo que quiero yo! ¡Que me escriba una ópera alguien a quien no le guste la ópera!", replicó el mandamás de Perelada.

A José Hierro le salen los premios con su nombre como setas. él se pasea, lozano como nunca, por los actos de presentación de los mismos diciendo: "¡Aquí estoy, como el brazo de Santa Teresa, como los pechos de Santa Olalla!". Ya quisieran.

PD: Pero ¿qué jurado es ése, quiénes los diez sinsustancias que lo cuentan todo? ¿Acaso sufren ya el Mal de las Siete Chimeneas? ¿Enfermaré yo también, cuando sea ministro, y lo contaré todo? ¿Les diré incluso quién soy?