Opinión

Una teoría del miedo

11 julio, 2001 02:00

No es que niegue la corriente de Aranzadi pero prefiero la poesía escurridiza de Leopoldo María Panero, su teoría del miedo, su universo sin patrón, su espíritu libre. 150 del Real, viento sur para Gibson, mucho Saramago y el guión de Erice ponen a punto la canícula.

Hoy se celebra la gala de aniversario de los 150 años del Teatro Real. De rigurosa invitación. Asistirán por tanto los enchufados de siempre. Algunos se preguntan si no se han sacado entradas a la venta para evitar otro altercado como el de la gala Kraus. Porque algunos como Aquiles Machado -¿son sus paces con el teatro?- o Plácido Domingo repiten. Por cierto que Domingo cederá la batuta a Cristóbal Halffter para cerrar la sesión con el Comamos y bebamos de Don Quijote, y un fragmento de La Traviata que, según me dijo el compositor, tuvo que estudiarse concienzudamente porque nunca la había dirigido.

Me amaréis cuando esté muerto se titulará el próximo libro de Leopoldo María Panero, pero lo cierto es que pocos autores tienen el imán mediático del poeta, a pesar, o quizá, por aquello de exiliado y loco. Mientras, como aperitivo, presenta una renovada Teoría del miedo, con los treinta y cuatro poemas de "La vida es un cuento de brujas".

Entre visita y visita al rodaje de La balsa de piedra, José Saramago ha encontrado tiempo para revisar las pruebas de sus Cuadernos de Lanzarote II, jugosa crónica de la literatura, la fama y sus miserias, de la resaca del Nobel a la caverna.

A finales de agosto y en Madrid dará el carpetazo final Fernando Trueba a El embrujo de Shangai. Veremos qué sale del tándem Trueba-Gómez (que, por cierto, aún se recupera del contencioso con Fu-manchú). El caso es que mis topos cinematográficos me cuentan que un prestigioso crítico guarda como oro en paño el guión primigenio de Erice. Y ha manifestado que es el mejor guión del cine español que ha pasado por sus manos. Y ahí está, y estará, muerto de risa durante un buen periodo de tiempo. Continuará.

¿Qué hará y para quién Montserrat Caballé en una sala del Liceo audicionando cantantes? Los que la han visto la han encontrado de un Moreno subido.

Ian Gibson debuta en la novela con Viento del sur, un relato sobre un "renombrado hispanista de carácter bastante pendenciero" que decide escribir sus memorias. Dicen que en el libro cuenta su encuentro con Dalí o el contacto con la intelectualidad española. Y dice más: dice Gibson que no es su autobiografía, que es puro cuento, pura ficción. ¿O no?

En Valencia nadie se aclara respecto al futuro Palau de les Arts. Lo último es el anuncio efectuado por Consuelo Ciscar en el Instituto Valenciano de la Música de la creación de la Orquesta Sinfónica de la Generalitat Valenciana, con sede en el Palau de les Arts. Las pruebas para la admisión de músicos empezarán el año próximo. ¿Entiende alguien que de esa orquesta no sepa nada Helga Schmidt, directora artística del citado Palau?

No para de comentarse en los medios musicales el hecho de que al escribir sus críticas del Julio Cesar liceísta, todos se hayan referido al cocodrilo, dando hasta el nombre del figurante. Mal tienen que andar las cosas para que en las críticas de ópera se hable de figurantes vestidos de cocodrilos en vez de hablar de canto. Quizá por eso José Manuel Lara abandonó su palco nada más acabar el primer acto.

Por cierto, que hoy comienza el VII Congreso de la Coordinadora Estatal de Salas Alternativas en San Sebastián. Parece que buscarán las claves para crear una red de vasos comunicantes entre todos estos escenarios. Después del cisma madrileño, con Pindado a la cabeza, falta hace la unión.

Incluso con estos calores a las editoriales les quedan ganas de marcha. No han tenido suficiente movimiento durante todo el año que parece que durante el verano siguen sus reajustes y sus cambios. Bueno, pues ya lo saben: Gustavo Domínguez deja Cátedra después de tantos años de alma mater de la casa y Espasa se prepara para recibir a Suñén. Eso, que se preparen, que el otoño se presenta con ritmo endiablado.

La que echa el cierre, parece que definitivamente, es la revista Letra Internacional, al menos la matriz francesa. Las discrepancias entre Antonin Liehm y Golias han llegado a su fin. "Hay 20.000 lectores potenciales de esta revista, pero nunca ha habido 20.000 personas que supiesen que la revista existía", se queja amargamente Liehm.