Opinión

Todos locos

5 diciembre, 2001 01:00

Todos nos hemos vuelto locos. Miren si no. Se convoca el jurado para otorgar los premios nacionales de composición e interpretación. Lo componen Andrés Amorós, director del INAEM, Elena Martín-Asín, subdirectora del mismo, José Manuel López López y Manolo Sanlúcar, en calidad de premiados el año anterior, Jorge Fernández Guerra, director del CDMC, Félix Palomero, director técnico de la OCNE, Carmelo Bernaola, Enrique Franco y Josep Pons. Los dos últimos excusaron su presencia. Quedaron por tanto siete votantes. En la cabeza de todos ellos, al empezar la reunión a las 12,30 horas, un artículo de opinión aparecido en la prensa nacional en el que se proponían los nombres de Carmelo Bernaola para el premio de música de la Fundación Guerrero y Tomás Marco para el nacional de composición.

Empiezan las deliberaciones. Salen cuatro nombres a la palestra: Mauricio Sotelo, José María Sánchez Verdú, Tomás Marco y Felix Ibarrondo. La primera votación se resuelve a favor de Sotelo, pero sin unanimidad. Se procede a una segunda votación y se descarta el nombre de Ibarrondo. Llamada telefónica: Carmelo Bernaola, uno de los miembros del jurado, ha sido agraciado con los doce millones del premio de la Fundación Guerrero. Inquietud en el ambiente y un pensamiento común: si entregamos el nacional a Tomás Marco habrá más de uno que pensará que fulano ordena y manda y que él, sin estar en ningún jurado, ha fallado los premios. Tercera votación: se descarta el nombre de Tomás Marco y se vota entre Sotelo y Sánchez Verdú, el segundo de los nombres apuntados en el mencionado artículo. Finalmente, son las dos, el jurado se inclina por entregar los cinco millones a Mauricio Sotelo, joven compositor a quien el INAEM ha encargado el pasado año un espectáculo lírico ofrecido en el teatro de la Zarzuela. Tomás Marco, con su amplia trayectoria y más obras de gran formato que ningún otro autor español se queda en la cuneta. Es el único de los pesos pesados sin premio nacional. Pues no queda ahí la cosa, sino que preguntando el articulista a uno de los jueces por los motivos de tan sonora exclusión, éste le responde: "antes no erais tan amigos". Así funciona este país, confundiendo la velocidad con el tocino o creyendo que todos se mueven por amistades o intereses. El mundo está loco, loco, loco.