Opinión

¿Y la educación?

3 abril, 2003 02:00

El nombre de Josep Pons como titular de la ONE se avanzó en estas mismas páginas hace muchos meses. No se trataba de una casualidad ni una adivinanza, simplemente bastaba unir unos cuantos cabos: las circunstancias, las exigencias, las limitaciones, las personas que habían de decidir y sus relaciones con unos y otros.

A las semanas de avanzar el nombre de Pons se conoció la desafortunada carta de Rafael Fröhbeck, director emérito de la agrupación, en la que venía a juzgar negativamente el eventual nombramiento. Las reacciones fueron vivas y significativas. Ni que decir tiene que ahora sus días en la ONE pueden estar contados.

Desde la gerencia de la ONE y el INAEM se realizó una curiosa prueba. Curiosa porque su finalidad nunca se dio a conocer. En esta temporada figuran tres directores con dos conciertos en semanas sucesivas: Josep Pons, Juanjo Mena y Pedro Halffter. Las intenciones probatorias parecieron claras porque además los programas daban pie a ello. Estaban diseñados como si de un concurso se trataran: una obra española, una de repertorio (preferentemente Beethoven), una contemporánea y un concierto. Lo que no quedó claro es quienes constituían el jurado. Fröhbeck, participante en la idea, no asistió a ellos. Empezó la contienda y la huelga. Mena dirigió, antes de que se iniciase pero con el ambiente muy enrarecido, a Halffter le pilló de lleno y Pons lo hará con el panorama apaciguado. Circunstancias nada parecidas.

Pero lo que llama la atención son las comunicaciones, oficiales o no, del INAEM. De pronto y sin saber cómo ya sólo había dos candidatos. Uno, Halffter, había sido nominado para dejar la contienda. Demasiada telebasura hasta en el ministerio. Más tarde Mena se descartó, quizá sabiendo que no iba a ser el elegido. Vía libre para Pons, que es un buen director y al que deseamos todos los éxitos. Lo que aún no está justificado es este jesuítico tejemaneje para llegar al mismo sitio que ya conocíamos.

Y otra cosa. Ni las gracias, ni una muestra de reconocimiento a Pedro Halffter que, con una gran madurez, salvó del ridículo al director del INAEM y al gerente de la ONE en el segundo de sus conciertos, cuando el público pedía sangre. Así, sin formas ni educación, van las cosas por nuestra cultura. Y luego nos quejamos de lo que sucede en la calle.