Image: Gutiérrez Solana

Image: Gutiérrez Solana

Opinión

Gutiérrez Solana

1 mayo, 2003 02:00

Gutiérrez Solana: La tertulia de Pombo

Solana no era un esnob sino un contraesnob que no quería saber nada con la vanguardia. Pintaba sus cuadros, los enrollaba como alfombras y los metía debajo de las camas

Allá por los años 10 empezaban a montarse en Madrid tiendas con escaparates totales que reunían señoritas muy aparentes con sus hombros casi al aire, sus zapatitos blancos, sus moños de collares y su parecido menestral con Josefina cuando Josefina venía de ponerle los cuernos a Napi Bonaparte.

Allá por aquellos años 10 suponían modernidad los payasos con gola, los payasos con tirantes y todo aquel payasismo que llenó de domingo circense las noches de la gente bien y las tardes de las criadas con prisa por vivir un beso sin perder el último tranvía, allá por Ventas, donde Solana dibujó, como escritor, sus más emocionantes y verídicos bailes de criadas y de horteras.

Pero el luto no es de la década de los 10 ni de ninguna otra década. El luto es de siempre, en España, y hay otras tardes de domingo en que se reúnen el pariente pobre, la parienta que casó bien y lo disfruta, el señor canónigo, con su frente de bruto y su crucifijo que impone, la vieja de la familia, que se ve a sí misma como la próxima de la lista, primorosa de azules en su ataúd virginal, y el pariente que hizo carrera, usa las cejas en pico, gasta la barbilla en pico, la chalina un poco caída y el sombrero subido en una rodilla.

Hay en Madrid y en toda España muchas tardes de domingo que se pasan así, entre los vivos y los muertos, repasando la lista una y otra vez a ver si se ha escapado alguno a correrse una juerga en el cementerio. Don José Gutiérrez Solana era un señorito de Santander que le cogió el gusto a Madrid y aquí hizo toda su pintura, mayormente el cuadro de Pombo, lleno de famosos que hoy tenemos olvidados. Los famosos de la izquierda no nos dicen ya nada y los famosos de la derecha son irreconocibles y han perdido su condición de clásicos. Uno sólo identifica a don José Bergamín, que era un madrileñista de izquierdas y un estilista devorado por el estilo, director de Cruz y Raya, con delgadeces escuetas de torero de Solana, precisamente de Solana, o sea de banderillero, pues a Solana los toreros le salían más gordos. Hablando de toreros gordos, ahí está Ramón Gómez de la Serna, organizador de toda la movida, a quien alguien le vio las patillas de Godoy sobre los carrillos enterizos, porque Godoy había distraído a María Luisa para irse a posar a Pombo. Y con esto ya estamos en el centro del cuadro, que es adonde queríamos llegar para cerrar por fin la asombrosa geometría barroca de Solana, en un cuadro que ha sido comparado con Las meninas de Velázquez por su juego de espejos y su equilibrio de figuras, viviendo todos una temperatura de interior y abrumación que es la del cuadro velazqueño.

Solana no era un esnob sino un contraesnob que no quería saber nada con la vanguardia. Pintaba sus cuadros, los enrollaba como alfombras y los metía debajo de las camas. Si había que enseñar algo a un amigo o un cliente, Solana sacaba el cuadro desenrollándolo y decía por todo elogio: "Es un cuadro bastante elegante". El cuadro solía ser una degollación de pobres o de criadas. Solana estuvo en París con todo el 98 (es 98 puro) y a la vuelta decía en el café: "Se ve que París es una ciudad que ha debido tener muy buen comercio". Hizo el máximo expresionismo español y fue amigo de Ramón, que era la vanguardia pura y dura. Don José tenía su manera de entender las cosas. Le gustaba pintar carnicerías con los lechoncitos colgando de la nariz sangrienta:
-Está uno haciendo un cuadro muy elegante y con unos colores muy elegantes. Son unos cerdos en la carnicería colgando de sus anillas. Un cuadro muy elegante, ya digo.

Y no se sabía nunca si hablaba en serio o hablaba en broma para no hablar, pues prefería quedarse callado escuchando las pedanterías de los escritores. No sabía que era el más grande del expresionismo español. Hoy los críticos le han pasado de moda porque lo encuentran localista y costumbrista. Es igual. Solana averiguó muchas cosas en la pintura antigua y moderna. Por eso no era un esnob, porque no se había enterado de que era un innovador y no hacía nada para lucirse. Le gustaban las criadas gordas porque entonces no había otras y sus bailes de fregonas en las Ventas sólo son comparables a los bailes de percantas en el Buenos Aires extrarradio de Borges. Pero el supersnob, o sea Borges, y el antiesnob paletoide no se encontrarían jamás y les hubiera ofendido a ambos parecerse. Y se parecían mucho.