Opinión

Necrológicas

5 junio, 2003 02:00

Aún recuerdo la noticia que escuché en la radio siendo niño: "En el accidente fallecieron 27 personas. Afortunadamente todas viajaban en tercera". Los mayores me informaron que la segunda frase quería decir que no había muerto nadie importante. Me ha vuelto a la memoria al releer las últimas necrológicas. Cuando desaparece alguien importante, de primera, siempre suele ser noticia en las páginas de los diarios que se centran en el campo al que debe su fama. Cuando fallece alguien menos importante, de segunda, sólo aparece en un obituario. Pero a veces las cosas se trastocan cuando media la incompetencia.

Se nos fue Sexto Bruscantini, un barítono grande de verdad, y apenas lo recogió "beckmesser.com". Una semana después aparecían un par de necrológicas en los periódicos nacionales. Uno de ellos, en cambio, había dedicado una columna en páginas de espectáculos -espacio reservado a los de primera- a la muerte del "mundialmente famoso" bajo Jacques Mars, especializado según la información en los "principalísimos" papeles de Angelotti, Monterone o Zúñiga. Unos días más tarde nos enteramos por el mismo diario que había fallecido una tal flautista Hanne Friis Shar. El texto no tenía desperdicio. O se trata de un familiar o de una inocentada o no se entiende más que como incompetencia. A este paso también nos enteraremos un día de la desaparición del "siempre seguro Malheiro", un director que toma la batuta en Manaos, de cuya célebre temporada nos enterábamos todos por el mismo periódico a través de la crónica de un crítico titular que debía de andar por allí de vacaciones.

Falleció, eso sí, Luciano Berio y la noticia apareció tanto en las secciones de espectáculos -la música aún no es cultura- como en las necrológicas. Alguien escribió que se había ido un amigo. Berio ni recordaba el nombre del supuesto amigo. Los muertos siempre han sido maravillosos en su profesión, excelentes personas y, cuando famosos, siempre hay muchos oportunistas dispuestos a emparentarse a ellos. Berio fue grande, pero recuerdo a un Giulini que, en un compartido premio en la Reina Sofía, escuchaba una Sequenza y se preguntaba "¿Y esto es música?". Ahora es sensacional para todos. Sin duda estaríamos mejor si tanto oportunista, inmoral o incompetente se mudase de barrio.