Hay en el ambiente musical una serie de cuestiones sin responder que se comentan en todos los corrillos. Algunos deberían poder ofrecernos algunas explicaciones.
¿Cómo es que Luis de Pablo no para de quejarse de la situación de la música en España? Casi nadie comparte su opinión y hasta algunos abandonan sus mesas redondas -véase en Venecia- cuando se lamenta de ello, tras tocarse una de sus obras y conseguir un contrato verbal para el estreno de una ópera de cámara.
¿Para quién anda buscando el señor Marset una casa solariega en pleno barrio de Santa Cruz?
¿Qué necesidad tenía Jesús Amigo de meterse en los berenjenales que se metió al enviar una carta a los músicos de la Orquesta de Extremadura advirtiéndoles del peligro, para su subsistencia, que supone seguir directrices sindicalistas? ¿No es ésa acaso función de un gerente y no la de un director musical?
¿Quiénes, y por qué, apoyan a una joven y bella directora del norte, hasta el punto de haber intentado echar al titular de una orquesta con solera para colocarla a ella en su lugar?
¿Cómo pueden los de la ONE andar pensando en celebrar en México el año cervantino con todos los problemas que tienen en su casa? ¿O será precisamente por eso?
¿Cómo podrá inaugurarse el Palacio de las Artes valenciano en octubre de 2005 si aún no se ha constituido el ente que lo ha de regir?
¿Cómo es que ha pasado tan desapercibido el relevo en la dirección del Coro de la Sinfónica de Madrid, puesto hasta hace nada desempeñado por Martín Merry y ahora por Antonio Fauró?
¿Cómo es que nadie habla de los problemas de Lorenzo Ramos en el de la OCNE?
¿Cuál fue la causa que provocó el rotundo y desagradable enfrentamiento en el concurso de canto Pedro Lavirgen entre éste y Juan Cambreleng?
¿Debe ella seguir actuando como corista llevando dos coches, exigiendo camerino propio, etc o debe olvidarse de ello hasta que vuelva a cambiar de vida?