Image: PhotoEspaña llega a la ciudad

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Opinión

PhotoEspaña llega a la ciudad

por Kevin Power

2 junio, 2005 02:00

Óscar Mariné participa en PHotoEspaña con tres vídeos centrados en la ciudad de Buenos Aires. Casa de América, Hasta el 24 de julio

PhotoEspaña reinunda Madrid con un número sin fin de muestras alrededor del tema sugerente, pero algo trillado, de la ciudad. Antes de entrar en la teoría, quizá más interesante que el conjunto de vídeos y fotos que pretenden visualizarlo, permítanme hacer alguna observación rápida sobre el estatus quo de la fotografía.

Nos enfrentamos de nuevo a una serie de tópicos aparentemente relacionados con conceptos pero que, en el fondo, se presentan más bien como recetas caducadas; las imágenes de trabajadores o la fila de retratos de gente del barrio como representación populoide de la democracia; de los inmigrantes a la deriva en el mundo cruel de la globalización; de pateras, balseros; de los bajos fondos de las nuevas zonas oscuras de la megápolis; de coches en la carretera (y ¡dios me libre! de un vídeo de 10 minutos de unos globos blancos al lado de un coche); de edificios, parkings, interiores, y pasillos; de banalidades escenográficas y tonterías surrealizantes; de la aburrida vida nocturna; de tierras baldías víctimas de la construcción canibalesca; de género, raza o preferencia sexual. Todo eso se ha visto ya y no constituye análisis, ni comentario, ni siquiera documento, sólo nos aburre con su reciclaje de fuentes conocidas y reutilizadas con pasmada inocencia. La fotografía y el vídeo son los medios privilegiados de la sociedad del espectáculo y propios de la megápolis, pero para ser efectivos deben moverse en un filo crítico, coherente y argumentado, con agudeza, sutileza y tensión, pero no suelen conseguirlo y terminan por ocupar un espacio social facilón.

Sin embargo, el tema de la megápolis resulta ser clave. Edward W. Soja presta gran atención a la espacialidad de las relaciones sociales proponiendo diferentes perspectivas desde las que entender la realidad de las grandes aglomeraciones urbanas contemporáneas, asociando las fases macroeconómicas de crisis y expansión con el desarrollo urbano. Se está mutando el modelo clásico de evolución económica y las ciudades y la economía atraviesan momentos de rápidas reestructuraciones sin conseguir asentarse en una nueva etapa de expansión.

El capitalismo global se caracteriza por una nueva división del empleo y una redistribución de la producción industrial, dando lugar a una descentralización de poder. Este proceso nos obliga a repensar los fundamentos de la democracia y la ciudadanía. La metrópolis moderna se ha acabado, pero eso no quiere decir que la ciudad moderna haya desaparecido, sino que ha mutado en una nueva forma urbana.

Vivimos en lo que Mike Davis ha llamado una ecología del miedo y de "ciudades carcelarias", áreas que cierran sus espacios para proteger sus intereses frente a las amenazas de fuera. Por su parte, Soja nos habla de "ciudades simuladas", de la doble reestructuración del imaginario y de la conciencia urbana. Las fuerzas económicas y globalizadoras han reconfigurado la manera en que concebimos los espacios sociales de la ciudad. Vivimos en un espacio global instantáneo, caracterizado por la comunicación permeable, una especie de hiperespacio de ciudades invisibles, de redes de comunicaciones y mundos virtuales, de un pródigo mar de realidades-ficción.

Hemos visto cómo las creencias estructurales que subyacen al orden cívico están desmoronándose y cómo la metrópolis se está fragmentando en nuevos aunque inexplorados espacios, sólo parcialmente articulados con agrupaciones sociales que son terriblemente fluídas y cambiantes. Los puntos fijos de referencia han desaparecido y experimentamos una reconstrucción del significado social de los flujos frente a un espacio de lugares. La suburbanización continúa creciendo fuera de control. Los casos alarmantes de Buenos Aires, Ciudad de México, Lagos o São Paulo nos alertan sobre la necesidad de planes de desarrollo regional y de gestión del territorio. En este sentido, la aseveración de Mike Davis sobre Los ángeles como ciudad caníbal resulta muy acertada. La destrucción del entorno natural de las ciudades, el abuso de los recursos o la contaminación medioambiental son problemas que llevan décadas pasando factura a las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas. Las ciudades globales, las megápolis, están mucho más cerca unas de otras de lo que están de las regiones de sus propios estados. Comparten una gama amplia de comportamientos culturales y de sub-culturas. Zygmunt Bauman señala que estos cambios tecnológicos y urbanos ocurren en conjunción con un nuevo grupo de códigos establecidos para definir el apego personal al lugar. La cultura cotidiana se encuentra cada vez más determinada por una combinación de signos y conceptos que se extraen tanto de lo local como de lo global (lo glocal), y el campo simbólico, en el cual se forman identidades culturales, se mezcla cada vez más con símbolos híbridos y globales. Nos dirigimos hacia la desterritorialización de la cultura contemporánea, estructurada por fuerzas semi-caóticas y turbulentas, por patrones desiguales de intercambio cultural. Los centros metropolitanos son testigos de los avances tecnológicos a través de los cuales se tiende a reemplazar el mundo real por sus representaciones o imágenes simuladas, mientras que la mayor parte del mundo ni siquiera está conectado con las formas básicas de la telecomunicación.

La megápolis de nuestros días concentra la diversidad. Sus espacios están inscritos en la cultura corporativa dominante pero también con un mosaico de otras culturas e identidades. Emergen nuevas cartografías culturales ya que las culturas dominantes engloban sólo parcelas de la ciudad. El poder corporativo inscribe estas culturas identificándolas con la "otredad" y así las devalúa. Sin embargo ellas permanecen omnipresentes. Un abanico inmenso de culturas de todas partes del mundo cada una teniendo sus raíces en un país, ciudad, o pueblo particular ha sido ahora reterritorializado en la megápolis.

Saskia Sassen ve a dos actores importantes que afirman su presencia en el contexto de la ciudad. Los llama ¡"usadores de la ciudad"! ¿Quiénes son estos nuevos usadores? Pues, en primer lugar los ejecutivos internacionales con sus exigencias particulares -aeropuertos, distritos de negocios de alto nivel, hoteles y restaurantes de primera clase- una especie de zona urbana de glamour. Esta nueva ciudad cuesta, con toda probabilidad, más dinero que el que recupera, ya que su éxito depende de su capacidad de mantener facilidades comunicativas y sistemas de alta seguridad, así como de proporcionar diversión cultural a nivel internacional. Y, en segundo lugar, está el urbano pobre, la infraclase y los nuevos inmigrantes que viven una desigualdad agudizada. Las disparidades, tanto vistas como vividas, entre la zona de glamour y la zona de guerra urbana son enormes y estos "otros" de bajos ingresos sienten una rabia inflamatoria frente a la indiferencia de la riqueza. A la vez, puede ser que la globalización del empleo esté produciendo "por primera vez a escala y alcance global, un verdadero proletariado mundial, que permanece fragmentado y difícil de organizar y no consciente de su potencial poder global" (Soja).

La globalización es un proceso que genera espacios contradictorios, caracterizados por la protesta, la diferenciación interna, y las travesías continuas de fronteras. Las ciudades globales concentran una parte desproporcionada del poder global corporativo y son uno de los lugares clave por su valorización. Pero también concentran una parte desproporcionada de los desfavorecidos y son uno de los lugares clave para su desvalorización. Para remediar esta situación no hace falta un pensamiento progresista articulado a través de nuevos movimientos sociales. Somos testigos de la pérdida de voz y rumbo de la izquierda, víctima voluntaria del neoliberalismo, y quizá sólo los micro-movimientos son capaces de reclamar nuevas formas de integración social y recuperación del poder espacial.

En resumen, ¡PhotoEspaña tiene un tema! Ojalá los artistas logren plasmarlo, repensándolo de forma crítica e imaginativa sin caer en un mero simulacro de un débil pensamiento.