Opinión

Una tentación

17 noviembre, 2005 01:00

Asistí de incógnito a De la casa de los muertos de Janacek en el Teatro Real. Al final aplausos de cortesía y algunos bravos aislados. También muchos comentarios reveladores, casi musitados, para que no los escuchase más que el destinatario: "Ni entiendo ni me gusta esta música", "Si ni el autor la llegó a escuchar", "y esto al mismo precio que un Verdi" o simplemente "esto no es lo mío". Pero aplaudían por no quedar como "fachas" y por respeto a la razonable factura del espectáculo. Y las alturas del Real más hinchadas que el pavo navideño: "Ni una protesta, nada de escándalos, qué distinto del Don Juan".

Evidentemente resulta mucho más arriesgado programar un Rigoletto, porque el que más y el que menos lo ha escuchado en disco en su casa y, si no ideas totalmente definidas, sí posee una referencia. En cambio, ¿cuántos habían escuchado antes en su casa el Janacek de principio a fin? De ahí que pueda protestarse mucho más fácilmente un Rigoletto que un De la casa de los muertos.

En el Real se puede caer en la tentación de recurrir a repertorios como el contemporáneo o el barroco para evitar unas polémicas que, por otro lado, han sido siempre la esencia de la ópera. Sería un craso error, una huida hacia adelante. Los abonos acabarían por menguar. Porque, no nos engañemos, muy pocos espectadores habrían pagado cuatrocientos euros en taquilla para ver el Janacek. Simplemente tenían el abono o les habían regalado las entradas.

Si no se conociesen previamente ninguna de las óperas citadas, ¿qué música es la que al público le gustaría más en presentaciones de calidad paralela? Ahí está el verdadero reto de cualquier teatro: ofrecer en condiciones el gran repertorio. Eso es lo difícil, pero también lo meritorio. Lo otro, si pasa de su justa medida, no deja de ser un engaño, una forma de ir a lo fácil quitándose problemas de en medio.

Sé que, para variar, estas líneas no sólo no gustarán en el Real, sino que incluso alguno las verá como un ataque personal. Sería muestra de inseguridad, porque, tomen nota señores, desde estas líneas sólo deseamos ayudarles.