Opinión

Correspondencia

por Friedrich Nietzsche

24 noviembre, 2005 01:00

Antes de ser el pensador atrabiliario y genial que soñara al superhombre, Nietzsche fue un estudiante de 21 años dedicado a la filología que gastaba "más de lo que debía" y coqueteaba con dejarlo todo y dedicarse a la física. Al menos, es lo que él mismo escribía a sus amigos Erwin Rodhe y Hermann Mushacke. Perfiles inéditos que revela Correspondencia I [junio 1850 - abril 1869] (Trotta), que aparece íntegra al fin en España, en edición de Luis Enrique de Santiago, y de la que ofrecemos dos primeras cartas inéditas y otra sólo conocida en parte.

A Hermann Mushacke en Bonn
Naumburg, miércoles, 30 de agosto de 1865


Mi querido amigo:
De la misma manera que me he alegrado mucho de toda tu carta tan amable en todos los sentidos, también es para mí motivo de irritación que no pueda cumplir tu justo y legítimo deseo. Imagínate mi situación: he gastado más dinero de lo que debía, mucho más: debo evitar la más mínima insinuación de que todavía tengo deudas, para no hacer insoportable mi situación. Y de este modo, me encuentro entonces en la situación desesperada de tenerte que escribir -verdaderamente, casi con vergöenza-: «no puedo». ¡Y por una miserable suma! [...]

El hecho de que haya aprendido mucho a comprenderme a mí mismo lo tengo como el mayor logro de este año. Y considero de gran valor el haber ganado a un amigo capaz de participar con el corazón en mis cosas.

Para mí, todas estas cosas van necesariamente unidas. El hecho de que yo, con mis numerosas contradicciones interiores, con mi modo de juzgar desdeñoso y a menudo frívolo, pueda atraer todavía hacia mí a un hombre tan querido, en parte me extraña, pero por el mismo motivo me llena de esperanza; y sólo en los momentos en los que el espíritu es propenso a negarlo todo me pregunto si mi querido amigo Mushacke no me conoce todavía mucho.

Mi salud es por ahora mejor que en Bonn. Se dieron cuenta que tenía un mal aspecto, y por eso ahora estoy casi sobrealimentado. No veo a nadie. Mi excitabilidad nerviosa todavía no se ha calmado. Naturalmente, toco mucho el piano, y a las 5 de la mañana disfruto ya de los claros días azules de los últimos días del verano y me digo a menudo en silencio que podría ser muy feliz. También leo buenos libros, como las Novelas de viaje de Laube y cartas bonitas, como la que recibí de mi amigo Mushacke de Bonn y que contenía también un cuadro muy humorístico de las cosas de allí. Oscurece. Te envío un saludo caluroso y cordial en la bella Renania y te deseo días y noches felices y serenas.
Tu
Fritz Nietzsche


A Erwin Rohde en Hamburgo
Leipzig, 9 de diciembre de 1868


Mi querido amigo:
Todavía no puedo decirte nada con precisión sobre las condiciones de Engelmann, porque el susodicho guerrero se ha ido a Berlín. En todo caso se ha declarado ya dispuesto a aceptar el manuscrito: y con ello se ha conseguido lo principal. [...]
A propósito de esta última [la tradición homérica] he tenido la desgracia de no poder convencerme a mí mismo sobre un cierto pasaje muy importante: Homero, mi querido trovador, al que yo creía tener entre los cinco dedos de la mano, una bella mañana se desvaneció como un fantasma; ahora él es de nuevo un mítico monstruo que ha sufrido las más extrañas transformaciones: para representar las cuales haría falta un Strauss u otros talentos semejantes. [...]

Wagner, tal y como lo conozco ahora, por su música, sus poesías, su estética, y no en menor grado por aquellos momentos felices que pasé con él, es la más evidente ilustración de lo que Schopenhauer llama un genio: no hay duda de que salta a la vista la semejanza en cada uno de sus rasgos. ¡Ah, cómo me gustaría contarte en una velada apacible todos aquellos pequeños detalles que sé sobre él, la mayoría de ellos a través de su hermana! Quisiera que pudiésemos leer juntos las poesías (que Romundt valora tan alto, el cual considera a R.W. con mucho el primer poeta de la generación, y sobre ellas también tenía muy buena opinión Schopenhauer, como Wagner me contaba), que pudiésemos seguir juntos el curso intrépido y ciertamente vertiginoso de su estética destructiva y constructiva, que pu diésemos finalmente dejarnos arrebatar por las vibraciones emotivas de su música, de ese mar de sonidos schopenhauerianos cuyas olas más secretas siento batir en mí, de tal manera que escuchar la música wagneriana es para mí una intuición exultante, más aún, un asombroso descubrimiento de mí mismo. Pero gozar de todo esto con un amigo como tú es para mí realmente una necesidad candente, de tal manera que pienso con ansia en el momento en que nos volvamos a encontrar. ¡Que no sea demasiado tarde! Con fiel amistad
tu
Friedrich Nietzsche


A Erwin Rohde en Hamburgo
Leipzig, 16 de enero de 1869


Mi querido amigo:
Recientemente he tenido buenas razones para que temblasen todos mis miembros y tuviese que interrumpir bruscamente la carta; pues es un gran golpe el que he recibido en la cabeza, y los planes comunes para París están en el aire. Y con ellos mis más bellas esperanzas. Hubiese querido gozar todavía un poco de la vida antes de convertirme en un esclavo de la profesión, hubiese deseado vehementemente saborear la seriedad profunda y la encantadora excitación de una vida errante, y saborear una vez más las indescriptible felicidad de ser espectador y no protagonista, junto al más fiel y comprensivo de los amigos. [...]

Querido amigo, es probable y casi seguro que sea destinado muy próximamente a la Universidad de Basilea: tengo que prepararme para ser desde pascua un profesor académico.

Mi título sería en principio como catedrático extraordinario, con un sueldo de tres mil francos suizos y mi contratación conlleva dar seis horas semanales en el curso superior del Pädagogium local. Ahora que este nombramiento acaba de ser realidad, sería un capricho imperdonable volverse atrás. [...]

El destino se burla de nosotros: todavía la semana pasada quería escribirte y proponerte que nos pusiéramos a estudiar juntos química, y arrojar a la filología al sitio que le corresponde: el trastero de los antepasados. Ahora el diablo "destino" me camela con una cátedra de filología. Por lo demás, las perspectivas de esta cátedra son por de pronto excelentes. La promoción y el aumento de sueldo están ya previstos después de un breve tiempo y de todo lo que oigo y consigo saber, se habla de que tengo que habérmelas con autoridades liberales y generosas -¡inimaginable!-. ¡De cuño prusiano! [...]

Una última noticia. Hace poco que Richard Wagner me ha enviado sus saludos por carta, alegrándome muchísimo. Lucerna ya no es para mí inalcanzable. Al final de este mes voy a Dresde para escuchar los Maestros cantores. Finalmente es de lo que más me alegro, si exceptuamos nuestro viaje a París.
¡Viva el arte y la amistad!

F.[riedich] N.[ietzsche]