Opinión

Ayala y sus coetáneos del 27

por Javier Aguado

13 abril, 2006 02:00

Nunca, a lo largo de los once años que se lleva publicando la colección "Obra Fundamental", se había presentado ocasión tan singular como el editar a una de las grandes figuras de la literatura y del pensamiento del siglo XX, Francisco Ayala, felizmente vivo, con esa lucidez apasionada y teniendo la fortuna de que pudiera acompañarnos en la presentación del libro Miradas sobre el presente: ensayos y sociología.

Este libro recoge artículos y breves ensayos sociológicos, desperdigados y casi perdidos desde 1940 a 1990, escritos en el exilio y en nuestro país, en cuyas páginas explora sus temas básicos como la libertad, la guerra civil, el liberalismo, la sociedad de masas, los nacionalismos, la moda, la sociedad de consumo, la unificación del mundo; problemas todos ellos candentes y que preocupan actualmente y que son analizados con una coherencia, con un rigor moral y un saber enciclopédico, inusual y poco habitual en nuestras esferas literarias.

Como es conocido, la colección "Obra Fundamental" intenta recuperar a esos escritores contemporáneos en lengua española que por avatares del tiempo y caprichos del destino se han visto oscurecidos o ignorados y cuya obra actualmente es difícil, cuando no imposible de encontrar. Se trata, pues, de un loable empeño de sacarles de ese injusto olvido y situarles ahí, donde deben estar por su talento creativo, en la historia de la literatura española del siglo XX.

Se han publicado ya unos treinta volúmenes, desde aquellos primeros dedicados a Gastón Baquero, García Nieto y Sánchez Silva, en las que ellos mismos colaboraron -salvo el propio García Nieto, que tenía muy avanzada una enfermedad senil-, a los que siguieron esos "otros" escritores del 98, como Eugenio Noel, Silverio Lanza, Gutiérrez Solana, para llegar a la generación del 27, a cuyo grupo pertenece Francisco Ayala. Se da la feliz coincidencia de que algunos de sus coetáneos y amigos están publicados en esta colección, como Antonio Espina, con quien entabló una amistad muy sólida. De él dice Ayala en su libro de memorias Recuerdos y olvidos que "pertenecía esa clase de madrileño que tan pronto como se alejaba de la Puerta del Sol ya empezaba asentirse ‘depayses’ (el mismo rasgo para mí incomprensible que en Buenos Aires he encontrado después en algún porteño)".

Con otros de los recogidos en esta colección o que editaremos en breve, coincidió también en la redacción de la Revista de Occidente", como con Antonio Marichalar, Benjamín Jarnés o Esteban Salazar Chapela. Con este último se veía casi a diario, y consiguió que el Gobierno de la República lo enviara de Cónsul a Glasgow. También con Giménez Caballero, cuya obra vanguardista se editó en el anteior libro publicado, coincidió en la "Gaceta Literaria". De él Ayala dice "tratarse de un personaje de mente muy curiosa". En esta revista, Ayala colaboró con asiduidad, y tomó parte de una visita colectiva de intelectuales madrileños a sus colegas de Barcelona, promovida por el empresario de la revista Guillermo de Torre. El viaje debía de ser en 1925, siendo ésta la primera vez que Ayala montaba en avión, experiencia que le resultó "maravillosa".

Contertulios de reuniones de cafés antiguos o de esos paseos por los barrios bajos hasta muy tarde, como José Díaz Fernández o Rafael Dieste, además de los anteriormente mencionados, y con los que volvería a coincidir en numerosas ocasiones a lo largo de su exilio. De uno, también recientemente publicado, le queda un recuerdo muy especial. Se trata de Enrique Díez-Canedo, a quien reconoce deberle "apoyo eficaz en mis primeros pasos como escritor público".

Cuando tuve ocasión de almorzar con Ayala para hablarle de nuestro interés en editar el libro que acaba de publicarse, reunión en la que también estaban Luis García Montero, su esposa Carolyn Richmond, y Basilio Baltasar, me recordó cariñosamente que en el libro que habíamos editado sobre Díez-Canedo, se recogía una crítica "muy halagöeña" y un benévolo aplauso de su primera novela, Tragicomedia de un hombre sin espíritu, escrita cuando contaba 19 años. Esta autoridad en aquel momento de la crítica y más acreditado en la prensa diaria señalaba: "Don Francisco Ayala no muestra empeño en dar a su estilo un ornato; su mejor cualidad es una lucidez serena, un tono mate, en que no se advierte ni torpeza ni aliño excesivo. su prosa es el mejor anuncio de un nuevo escritor". Toda una premonición para quien sería con el paso del tiempo uno de nuestros escritores universales.

Obviamente, Francisco Ayala no es autor que necesite salir del ostracismo como los que viene recogiendo esta colección, ya que goza del mayor interés y popularidad, aunque esto no lleva necesariamente a que una obra sea muy leída. Académicode la española desde 1983, ha recibido todo tipo de reconocimiento académicos y civiles, y concedido los más importantes premios, como el Nacional de Literatura,el Cervantes, el Príncipe de Asturias. El escritor y premio Nobel de Literatura José Saramago se lamentaba hace pocos días en Granada de que esta persona no tuviera en su haber dicho galardón.

En coherencia con el sentido de la colección "Obra Fundamental" debo decir que no ha sido nuestro interés recuperar su obra narrativa más conocida, como Los usurpadores o La cabeza de cordero o Muertes de perro, o El fondo del vaso, o El jardín de las delicias, o sus memorias de Recuerdos y olvidos, sino que se edita su faceta de sociólgo y ensayista, desafortunadamente menos conocida y que no ha recibido el tratamiento que merece. Es decir, que esta publicación continúa con el espíritu de "Obra Fundamental".

Una colección que se enriquece hoy con las aportaciones de este escritor y ensayista, sin cuya obra no puede entenderse la evolución del pensamiento humanista del último siglo. Con esta edición, que ha salido a la luz días antes de que Francisco Ayala, el pasado 16 de marzo, cumpliera el centenario de su nacimiento, nos sumamos a ese merecido homenaje y a ese reconocimiento. pero nosotros, como el propio Ayala, no somos muy amigos de solemnidades ni alharacas. Muy posiblemente este libro se hubiera publicado, al margen de efemérides. Pero, por otra parte, no todos los días se tiene a un clásico entre nosotros. ¡Muchas gracias y felicidades, maestro!