Image: Don Eduardo Mendoza

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Opinión

Don Eduardo Mendoza

Sala Segunda de lo novelesco

7 junio, 2007 02:00

Eduardo Mendoza

Han sido vistas las diligencias seguidas contra Don Eduardo Mendoza y ha sido probado y así se declara como:

HECHOS PROBADOS

1.- Que D. Eduardo es autor de la novela Mauricio o las elecciones primarias. ítem más: que dicha novela ha recibido elogios de la crítica e incluso el premio de la Fundación Lara a la mejor novela en español publicada el año pasado.

2.-Que D. Eduardo ha amenazado con la posibilidad de escribir otras dos novelas con los mismos personajes (resucitando a alguno, si menester fuera) hasta completar una trilogía.

3.-Que dicha novela cuenta la historia de una pareja, Mauricio y Clotilde, desde el momento en que se conocen hasta el momento en que deciden casarse. La acción se sitúa en Barcelona a finales de los ochenta. Mauricio, dentista, y Clotilde, abogada, son personas acomodadas. Mauricio mantiene una relación paralela con Adela, la Porritos, una exyonqui de humilde extracción. Es un esquema que recuerda a últimas tardes con Teresa y, por lo tanto, ya se ve venir la tragedia: la Porritos enferma de sida y muere. El protagonista, como es de rigor, comprende que "era la única persona que le quería de verdad". Luego, sin que se aclare bien por qué, resulta que la Porritos "había acabado representando el dolor y la rabia de una generación". Total, la pareja decide acomodar sus sueños a la realidad (o renunciar a ellos) y casarse, sin duda como símbolo de la transición o algo semejante, como no se cansan de repetir narrador y personajes: "yacía convertida de nuevo en el símbolo de una ilusión perdida", etc.

4.-Que, si bien en lo publicado están los mimbres para una excelente novela, la que ha escrito D. Eduardo resulta un cesto bastante aburrido, deslavazado, sin interés y, lo que es más grave, con un sentido del humor que avergonzaría a Los Morancos. Así, los personajes populares aseguran que en París son tan educados que, en un paso de cebra, los conductores "se pararán en seco en cuanto que ven un pederasta" (quería decir peatón, ji, ji); o hablan de "el jodío mecrobio" (ja, ja); o un personaje exclama: "Calla ya, leche, que los caminos del Señor son imprescindibles" (jo, jo, quería decir inescrutables). Esto para no mencionar las proezas estilísticas del tipo: "tenía un rictus agresivo en los labios y sonrisa gingival".

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Los hechos probados son constitutivos de un delito de amenazas con la atenuante de credulidad cándida. Está D. Eduardo en su derecho de escribir una novela tan aburrida como le parezca necesario, tanto más cuanto que es uno de los novelistas más importantes vivos y más apreciados por este tribunal. Sin embargo, provoca estupor (si no escándalo) la reacción del obsequioso y servil medio literario español. Si la novela está llena de cabos sueltos, personajes gratuitos y escenas arbitrarias, resulta que tiene un "referente barojiano". Si hay una visión de brocha gorda de un período histórico, enunciada a la pata la llana, pero no resuelta narrativamente, resulta que es el "ácido balance moral e ideológico de una época" y que "remite a Balzac o a Flaubert" (¡toma ya!). Si abundan los diálogos de besugos, innecesarios y monótonos se habla de "agilidad narrativa". Si hay chistes zafios, resulta que es humor "de no menor importancia y enjundia". Y así todo. D. Javier Marías es muy libre de afirmar que se trata de uno de los libros "más originales que he leído en los últimos años" y D. Pere Gimferrer de asegurar que se trata de "arte consumado y pleno de un autor en plena posesión de sus medios expresivos" (demasiada plenitud, ¿no?). Sin embargo, ¿por qué se lo cree D. Eduardo hasta el extremo de amenazar con escribir otros dos libros semejantes? ¿Es concebible que no se dé cuenta de que se trata de adulación amistosa o interesada?

ACUERDO
Que debo condenar y condeno a D. Eduardo Mendoza, como autor de un delito de amenazas con la atenuante de credulidad cándida, a la pena de indemnizar a los amenazados lectores mediante la escritura de la gran novela que sin duda puede escribir, para lo cual deberá considerar la publicada un simple borrador y corregirla durante dos años hasta que esos mimbres ahora mal trenzados den forma a una obra perdurable.

Así lo pronuncio, mando y firmo

Contra esta resolución cabe interponer recurso de apelación en el plazo de siete días ante el juzgado digital de segunda estancia: www.elcultural.es