Image: Llaneza, muchacho

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Opinión

Llaneza, muchacho

Por Juan Palomo

19 julio, 2007 02:00

Francisco Ayala, Pedro Halffter, Jaume Balagueró y Samuel Keller

Comienza el baile institucional en Cultura. ¿Qué entiende el nuevo ministro por un "cambio tranquilo"? ¿Habrá continuidad en lo ya iniciado en los distintos sectores? Los festivales de otoño empiezan a calentar motores y se filtran los primeros nombres. El Teatro Albéniz -teóricamente- se despide esta temporada. Lo veremos. Y el cine alemán, en Cuatro minutos.

Hombre, ministro, ¿usted cree que lo del padre republicano era necesario? Ya le digo que no, que sólo a una persona que podría haber sido muy bien ministro del gobierno de Aznar, hace esa declaración innecesaria. Otrosí: ¿a qué viene, ministro, tal sobreactuación y tanto abrazo con el pobre Ayala y el menos pobre Gamoneda? Más aún: en su toma de posesión habló de hacer cambios "con tranquilidad y según el espíritu del que vengo hablando". ¿Tranquilidad cuando a las dos horas ya eran confirmados los sustitutos? ¿Tan soñado era el cargo que ya tenía en el magín pergeñada la lista de directores generales? Llaneza (y sosiego), ministro, no se encumbre, que toda afectación es mala.

Les diré que las huestes musicales han acogido con terror la llegada al INAEM del poeta Juan Carlos Marset. Y no es que mostraran un gran entusiasmo por José Antonio Campos - un experto en aquello de donde dije digo, digo Diego- pero es que el enorme peso que tiene el apellido Halffter (no olvidemos que el escritor es libretista de la segunda ópera de don Cristóbal) y el de su agente, Humberto Orán, han sido poco menos que un terremoto para sus colegas. Y la pregunta es ¿cuánto va a durar en Sevilla Pedro Halffter impuesto por Marset en la Orquesta y el Teatro contra toda la crítica del lugar? Se hacen apuestas sobre su inminente y triunfal llegada a la Corte.

¿Ocho meses es tiempo suficiente para construir algo? Ya lo veremos, pero esperemos que al menos no sea tiempo suficiente para destruir lo que, por ejemplo, Eduardo Vasco está haciendo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Gerardo Vera en el Centro Dramático Nacional.

Por ahí fuera, la opinión es unánime: del grand tour europeo que invade el viejo continente con arte contemporáneo, lo mejor, la feria de Basilea. Sin comisario estrella, sin crear expectativa, sin tanta publicidad, sin el espectacular espacio del Arsenale... Un hurra por los galeristas que han sabido vender sus piezas mejor que los curators y, por supuesto, por la organización de la feria, por Samuel Keller y su equipo. Hurra. Además, si han viajado, o piensan hacerlo, a Basel, Venecia, Kassel o Mönster, pueden incluso suplantar al crítico por un día (a más de uno le va a divertir de lo lindo) y mandar su texto a la prestigiosa revista FlashArt que en octubre publicará un número especial con las opiniones de sus lectores. Yo pienso hacerlo: www.flashartonline.com.

Comienzan a llegar noticias sobre los festivales de cine de la próxima temporada. Y se me ponen los dientes largos. El Festival de San Sebastián ya ha anunciado un ciclo dedicado al cineasta francés Philippe Garrel que más que una delicia, será un acto de justicia poética ya que es insólito que su extraordinaria filmografía casi ni se conozca en España. Otro ciclo estará consagrado al reciente cine nórdico y al clásico Henry King completan las novedades. Y los que están de enhorabuena son los del Festival de Sitges, que celebrará en octubre su 40 edición en uno de los mejores momentos de su historia. Más tempraneros que nadie, ya han adelantado títulos como El orfanato, de Juan Antonio Bayona, Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo, Red, de Jaume Balagueró y Paco Plaza o El rey de la montaña, de Gonzalo López Gallego.

Mañana se estrena, en medio de una insólita campaña de publicidad para un filme europeo, Cuatro minutos, producción alemana que ganó el Premio a la Mejor Película de la Academia de su país, además de otras distinciones en festivales internacionales. El motivo de semejante despliegue está más relacionado con el éxito de La vida de los otros y el supuesto tirón que la cinematografía teutona tiene en España que la película en sí. De hecho, me aseguran que se trata de un drama carcelario que oscila entre lo tremendista y lo absurdo. Aunque, claro, con tanto premio y tanta fanfarria quién no siente la curiosidad de comprobar si, efectivamente, el cine alemán se sale de sus pantallas...

Y a lo dije aquí: el próximo Festival de Otoño de Goldenberg vendrá cargado de buenas propuestas, especialmente de la mano de los grandes grupos europeos: la Comédie, el Piccolo, Peter Brook por partida doble... Pero los desvelos de los organizadores se centran ahora en los nuevos espacios creados por Juan Navarro Baldeweg . ¿Abrirá a tiempo sus puertas el Teatro del Canal?