Image: Los ceses del César

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Opinión

Los ceses del César

La Papelera de Juan Palomo

13 septiembre, 2007 02:00

José Luis Guerín, Michael Moore, César Antonio Molina y Clarice Lispector

El sinvivir del nuevo ministro de Cultura. Temporada pantagruélica la de los editores. Ser y tiempo para Clarice Lispector. Michael Moore, donde las dan las toman. Las lecturas de Guerín. El misterioso éxito de Lovecraft o el fenómeno del verano. El cine de terror se pone de moda, y si no que se lo digan a Balagueró. Y la gran biografía del Duque de Alba.

Las tiene en un sinvivir, al borde mismo de la renuncia y el cese, sin saber qué hacer por no contar con la confianza (y la amistad, me malmeten) del primer ministro de la cosa cultural que, en mucho tiempo, quiere poner a la gente a trabajar. Y así le va, que le dimiten en cascada... Ave, César (Antonio), las que van a cesar te saludan, gritan las paredes del Ministerio.

Comienza la temporada como acabó: pantagruélica. ¡Qué afán el de los editores por cebar a los pobres periodistas, a cuenta de unas novedades a menudo indigestas! Vamos, que los restaurantes madrileños no dan estos días abasto con tanta presentación, aunque los de Global Rhythm dejen para el próximo jueves, 20 su tradicional celebración "del siempre trágico final del verano" y con la excusa de "invitaros a un buen vino, aprovecharemos la ocasión para agasajaros y abrumaros con nuestras suculentas novedades". Uf, y yo casi sin almax.

El Gran Duque de Alba vuelve con todos los honores a las librerías. Jacobo Siruela edita de nuevo en su Atalanta la gran biografía de su antepasado escrita por William S. Maltby, aprovechando que este próximo octubre se conmemora el 500 aniversario del Gran Duque. El libro tiene prólogo del propio Siruela y para su bautismo se ha elegido el mejor marco posible: el palacio de Liria, que se poblará ese día de historiadores y estudiosos de la gran figura española del XVI. Más tarde, el editor, que lanzará también este otoño buenos y desconocidos textos de Oscar Wilde y Williams Morris, publicará una Guía del Palacio de Liria, tejida de grandes y pequeñas historias, que darán mucho que hablar.

Aveces, la rentrée nos regala perlas como Aprendiendo a vivir, de Clarice Lispector. Y aunque la contraportada lo describe como la respuesta a los problemas cotidianos de la ama de casa brasileña que fue también la escritora, ¿no creen que frases como ésta la firmaría el mismísimo Lledó?: "Lo que siento no lo hago. Lo que hago no lo pienso. Lo que pienso no lo siento. De lo que sé soy ignorante. De lo que siento no ignoro. No me entiendo y actúo como si me entendiese".

Se ve que donde las dan las toman, porque dos realizadores canadienses, Debbie Melnyk y Rick Caine, acaban de estrenar Manufacturing dissent, un documental demoledor sobre Michael Moore, rodado además a su manera Al parecer, se dedicaron a perseguirle mientras promocionaba Fahrenheit 9/11, y nos lo presentan como un egocéntrico y vanidoso y, lo que es peor, poco riguroso al mezclar en sus películas datos reales con otros completamente inventados pero realmente efectistas.

Me cuentan fuentes muy cercanas a José Luis Guerín, que mañana estrena su poco celebrada En la ciudad de Sylvia, que el director no lee a escritores vivos. Como lo oyen. En su biblioteca (dividida escrupulosamente entre volúmenes de literatura y de ensayo audiovisual) sólo sobreviven los autores que ya figuren en los escaños del parnaso de los desaparecidos. Me pregunto si le pasará lo mismo con los directores de cine porque, entonces, ha llegado la hora de que por fin se ponga la filmografía de Bergman.

Un intenso boca-oído se extiende en torno a El club Lovecraft. Concebida en clave bestsellera, la novela de Antonio Lozano está rompiendo las previsiones más optimistas de Martínez Roca, su editorial. ¿El cocktel? Misterio en Toledo, el terror mitológico de Lovecraft, su inquietante y mágico Necronomicón y guiños procedentes del cine, la mitología, la música y hasta del cómic se agitan en unas páginas que registran todos los ingredientes de la gran evasión. Léanlo pero no cuenten el final.

En Estados Unidos no sólo gusta Pedro Almodóvar. También son fans de un género que, curiosamente, muy pocos compatriotas asociarían a nuestra cinematografía. Me refiero al terror (por cierto, no pienso perderme la Colección de El Cultural que hoy arranca). El caso es que después del éxito de Los Otros (Amenábar), Darkness (Balagueró) y si me apuran de El laberinto del fauno (del Toro), este año la tendencia vuelve a confirmarse. Tras la exhibición a principios de año en más de mil salas de Los abandonados, ahora Hollywood acaba de comprar los derechos para hacer sendos remakes de dos películas que veremos muy pronto, Rec, de Balagueró y Paco Plaza, y El orfanato, de Juan Antonio Bayona. Los sustos se nos dan bien.