Opinión

Foro desconcertante

Gonzalo Alonso

8 noviembre, 2007 01:00

El equipo de Cultura se viene caracterizando por su prepotencia, por herir susceptibilidades y por dar palos al agua. En el transcurso del Festival de Música de Alicante se desarrolló un encuentro entre artistas y críticos promovido por Juan Carlos Marset, director general del INAEM, que dejó estupefacto al personal, tanto por la falta de contenidos y conclusiones como por el larguísimo discurso de Marset.

Días atrás se celebró en Sevilla un foro de dos jornadas, también organizado por el INAEM e inaugurado por el alcalde y por el ministro de Cultura. La nota de prensa informaba de que "la iniciativa se plantea como espacio de reflexión y debate, con la participación de cerca de un centenar de representantes de los distintos sectores profesionales, para realizar diagnósticos, establecer fórmulas de consenso y plantear nuevas propuestas en la relación del Estado con la cultura". Pero de nuevo surgió el desconcierto y es que carece de sentido mezclar a compositores contemporáneos con representantes de la asociación de propietarios de bares de copas con música enlatada, y pretender llegar a conclusiones, máxime cuando se reparten cincuenta folios y se pide la opinión para el día siguiente. Así lo único que se obtienen son resultados como la "necesidad imperiosa de reconocimiento público del circo como actividad cultural" o, según palabras del propio Marset, "el teatro está tradicionalmente más considerado que la danza clásica o que la llamada música contemporánea, y por ello han de introducirse correctivos para ayudar a los sectores más desfavorecidos".

Un cuantioso gasto inútil para las arcas públicas y privadas -porque, con disgusto, el personal tuvo que pagar los cien euros de taxi del aeropuerto a la sede- para que la compositora Pilar Jurado conociese a la miembro de Payasos sin fronteras María Colomer y poco más. Y para qué hablar de las irregularidades de protocolo entre Marset y alguna artista. Las prisas son enemigas de la calidad y es contraproducente pretender que los seis meses hasta las elecciones den de sí lo que no pueden dar.