Image: Cuestión de premios

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Opinión

Cuestión de premios

31 enero, 2008 01:00

Fernando Savater, Alfredo Landa, Víctor Ullate y Tomás Segovia

Parece que una de las grandes víctimas de los nuevos tiempos de RTVE, esos tan plurales y siempre en campaña, está siendo el más veterano, y el mejor, programa cultural de Radio Nacional El ojo crítico. Nada menos que nueve de sus componentes (empezando por sus anteriores directores, Juan Carlos Soriano o Javier Lostalé) han sido jubilados o trasladados a otros menesteres menos engorrosos, mientras se sustituye la información sobre la actualidad literaria y las entrevistas por informes sobre Ipods y nuevas tecnologías. Eso sí, los damnificados, que en general no superan los 55 años, se van con el sueldo casi completo y mil planes que realizar. Que se preparen los editores, que el aluvión de memorias puede ser de órdago.

Un día después de los Goya -el próximo lunes- llega al Teatro Lope de Vega de Sevilla la XI edición de los Max. Mis amigos teatreros siguen pensando que aún queda por resolver el batiburrillo de categorías y procedencias y el sistema de votación, tan poco transparente. Me comentan que no es fácil pronunciarse ante la dispersión de obras candidatas (y su imposibilidad de verlas) pero todos coinciden en que habría que simplificar. Por cierto, que este año Víctor Ullate releva a Arrabal en el Premio de Honor. Lo demás, todavía una incógnita que espero que se resuelva con una puesta en escena a la altura de la profesión a la que se pretende reconocer.

Eva Hibernia estrena esta semana en el Teatre Nacional de Cataluña Una mujer en transparencia. Esta autora, directora, actriz y poeta de origen riojano, afincada en Barcelona, lleva mucho tiempo demostrando su valía en todos esos campos. Tanta, que escribiendo en castellano es la única autora que se sube a las tablas del teatro catalán. Los conspicuos (y envidiosos) hablan de la cuota castellana, pero yo me rindo ante Eva.

Poca fe tienen Carlos Cañeque y Maite Grau, autores de Cioran: el pesimista seductor (Sirpus), en el filósofo rumano, cuando, como gran atractivo del libro, subrayan en la portada que "incluye una de las entrevistas más interesantes a Fernando Savater". O sea, que ni oscuro demiurgo, ni pesimismo radical: lo mejor es el otro, si es Savater. Con razón el bueno de Cioran pensaba como pensaba.

¿Alguien se imagina a Montilla o Chaves dando una conferencia en el Director’s Guild (sindicato de directores) de Hollywood? Es lo que hará esta semana el presidente de Renania del Norte Westfalia, Juergen Ruettgers, quien está empeñado en convertir su región en set de rodaje para superproducciones de Estados Unidos. De momento, los Wachowski (Matrix) ya han rodado allí su nuevo filme, Speed Racer.

Me pregunto si será necesario. ¿Será necesario echar mano de la mala educación cuando uno es condecorado? Pensaba yo que se puede ser un buen actor, campechano, directo... tener el casi unánime reconocimiento de la profesión, recibir incluso el Goya de Honor y no perder los papeles (ni los cinematográficos ni los de la vida real), ¿o no, Alfredo Landa? ¿De dónde nace esa furia sorda que despliega últimamente el actor? ¿Acabaremos dando la razón a Garci? Mientras obtengo respuestas, me iré esta tarde a ver El bosque animado, película del ciclo Joyas del cine español, que la Academia le dedica estos días al actor. Ni por esas.

Tomás Segovia, el más mexicano de nuestros poetas (allí le consideran el más español de los suyos), desmentía la otra tarde en el DF los rumores sobre su salud a golpe de poemas y confesiones: "Los oficios -dicen que dijo- se aprenden con la carne. Uno aprende a hacer versos sin manual". Y dijo más. Que durante años no quiso escribir poemas de amor porque "me parecía que eso era claudicar, como hacer versitos para que mis tías me aplaudieran. Poco a poco fui dándome cuenta de que el amor y el erotismo eran mis temas". ¡Qué grande!

¿A divinan de quién era el móvil que no dejó de vibrar durante todo el estreno de Tristán e Isolda en el Real? Efectivamente, del pope de los patronos de la casa recién llegado.