Image: Esencias orientales

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Opinión

Esencias orientales

por Juan Palomo

12 junio, 2008 02:00

Santi Santamaría, Bob Dylan, Guo Jingming y Fernández Mallo

Será por la crisis, por la subida imparable del petróleo, o quizá porque a los responsables de los museos occidentales les va la arena, pero, como esto siga así, pronto va a haber en Dubai más museos que camellos. Y es que a los proyectos del Louvre y del Guggenheim para instalar sus nuevas sedes en Dubai, se ha unido ahora el de tres grandes museos estatales de Alemania (Bayerischen Staatsgemäldesammlungen, que gestiona, entre otros centros, la Alte Pinakothek, Staatlichen Museen Berlin y Staatlichen Kunstsammlungen Dresden) que planean (pese a su rigor habitual) un nuevo centro en la capital del petróleo. ¿Será verdad que incluso el maestro Gabarrón mira hacia Oriente?

Ya saben lo que me atormentan de vez en cuando las dudas razonables, así que hoy les arrojo ésta: ¿por qué los cocineros que han saltado como fieras sobre Santi Santamaría y su Cocina al desnudo, llegando incluso a firmar un manifiesto en defensa de Ferrán Adrià, ni vieron, ni oyeron ni dijeron nada cuando un colega de profesión, el cocinero Ramón Díaz García, fue asesinado por ETA en 2001? ¿Dónde estaban entonces esos grandes cocineros de cuyo nombre no quiero ahora acordarme, y esos otros 800 que acusan a Santamaría de "alarma social"? Su elocuente silencio de entonces, su cobardía atroz, ¿no generó acaso alarma moral? Porque hay silencios más indigestos que las palabras del tal Santamaría, que por cierto está vendiendo el libro como rosquillas, perdón, como pistacho-LYO con consomé gelé de trufa negra y aire de mandarina.

Al final voy a tener que abandonar mi Papelera y dedicarme a las Bellas Artes para alcanzar el secreto de la eterna juventud. Porque el club de genios centenarios sigue sumando nuevos miembros: si a finales de mayo la gran bailarina rusa Marina Semiónova cumplía su primer siglo, en Francia ya preparan las celebraciones del centenario de Claude Lévi-Strauss, que será, si nada lo impide, en noviembre, y Portugal las del cineasta Manoel de Oliveira, que los celebra en diciembre. ¿Invitarán a sus cumpleaños a Oscar Niemeyer, que el mes que viene alcanza los 101, y a nuestro Francisco Ayala (102)?

Habrán notado, desde hace unos meses, la multiplicación en nuestras librerías de novedades editoriales (ensayos, novelas, poemarios...) relacionadas con China o de autores del gigante asiático. Pues bien, les gustará saber que hoy el autor de más éxito allí no es el premio Nobel Gao Xingjian ni Mo Yan, ni Jian Rong, Wang Zhongqiu o Harry Wu... nombres traducidos aqui y por lo tanto más o menos conocidos entre nosotros. El más vendido y leído es un joven de 24 años llamado Guo Jingming, convertido en ídolo de masas de miles de adolescentes según leo en el suplemento de Libros del New York Times. Tres de sus cuatro novelas han superado el millón de ejemplares y el pasado año se convirtió en el autor con más ingresos de China, con 1’4 millones de dólares.

Se ve que, cuanto mayor es el triunfo, más crece el descontento: si hace una semana Ruiz Zafón se descolgaba con unas declaraciones cargadas de desdén sobre el mundo literario español, ahora es Bob Dylan quien denuncia que el mundillo musical es "pura basura hipócrita", y que prefiere el literario y el artístico. Menos mal, eso sí, que todavía quedan autores agradecidos. Fernández Mallo cuenta en su blog que en la Feria del Libro unos jóvenes le pidieron que les dedicara no su Nocilla experience, sino la dedicatoria publicada hace dos semanas en El Cultural. Y él, tan feliz.

Este año Líber regresa a Barcelona y lo hace eligiendo Quebec, la provincia francófona canadiense, como cultura invitada. ¿No les aburrirá el monotema de la minoría y la secesión? Yo, desde luego, me lo miraría.

Que las piedras hablen. Eso parece haberse propuesto Pilar Caldera de Castro, directora del proyecto Cáceres Evocado que se celebra en paralelo al Festival de Teatro Clásico. La profesora ha diseñado una recreación histórica de acontecimientos, mobiliario y ambientes del XVII en la que palacios y plazas muestran escenas de la vida cotidiana de la época echando mano de un nutrido elenco de actores. Hay conciertos, teatro y talleres. Y no podía faltar el restaurante, eso sí, sin tenedores.