Image: Del festival de Edimburgo al de Otoño

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Opinión

Del festival de Edimburgo al de Otoño

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

9 octubre, 2008 02:00

Luis María Anson

No sé por qué Blanca Berasátegui, en lugar de dedicarse a dar instrucciones a Juan Palomo para que cornee a los escritores díscolos, no me envía con todos los gastos pagados a Edimburgo para asistir al festival de teatro, que es lo que me divierte. Menos mal que, amarrado al duro banco de la columna periodística, de vez en cuando puedo sorprender a los lectores de El Cultural escribiendo artículos sobre Angélica Lidell o Alicia Framis que no sólo de Mayorga o de Tàpies vive el hombre.

He hablado con actores, actrices, directores, dramaturgos, periodistas, que regresaron deslumbrados del festival de teatro de Edimburgo del pasado mes de agosto. Dos millares de obras se representaron. Hubo entusiastas que llegaron a contemplar un centenar. Allí estaba todo, en especial las últimas vanguardias del alternativo. El sida se hizo presente en varias obras. El musical Elegies se trasladó a Edimburgo para en pocos minutos y en una habitación oscura, con un público que no excedía las veinte personas, desangrar la enfermedad que se ha llevado por delante a tantas gentes de teatro. Once adolescentes cantaron y bailaron hasta la extenuación interpretando la dolencia y la muerte.

He estado en varias ocasiones en Edimburgo. Incluso fui allí jurado de Eurovisión representando a España. Entonces el Jurado votaba en directo. Aquel año fuimos, en representación de nuestro país, Emma Cohen y yo. Nos encerraron en el castillo y tuve mi primera experiencia teatral en Edimburgo, porque la chica que me gustaba, una escandinava ombliguera y pezonera, se dedicó a seducir a un jurado portugués reticente, hay que fastidiarse, con lo fácil que lo hubiera tenido conmigo.

Drew Barrymore y Sigmund Freud conocen al monstruo de las galletas es el título de una de las dos mil obras representadas en Edimburgo durante el festival del fulgor y la provocación, algunas de las cuales las podremos ver en nuestro Festival de Otoño. Hubo compañías de Israel y Palestina, de Estado Unidos e Irán, del Líbano y Turquía. Obras que duraban 10 minutos y otras que se prolongaban cuatro horas. Comedias a representar en la puta calle, obras en el gran teatro, las más en garajes canallas y casas particulares. La inmersión teatral no cesó un solo minuto. Fue la apoteosis de la cultura. El delirio del arte y la literatura. La temperatura cultural se mide con el termómetro del teatro. La Gran Bretaña está hoy en el pelotón de cabeza.

No podía faltar el Holocausto, claro. Los judíos lo vertebran todo en el mundo del espectáculo. Una obra en yiddish -lengua hebrea que cuenta con un Premio Nobel- cautivó a todos: The Dybbuk, que veremos en Madrid en el Festival de Otoño. En otra comedia dialogaron las cajas negras de los aviones. Un autor polaco propuso la reivindicación del trío. Amor a tres toques es una obra audaz. El matrimonio entre gays o entre lesbianas se ha quedado anticuado. El teatro alternativo reivindica el trío. A ver si Zapatero se atreve a legalizar el matrimonio de tres en sus diversas variedades, tan moderno y rompedor como es él. Todo es teatro en Edimburgo durante el festival. Un periódico publicó que hasta los retretes públicos se convierten en teatro. Así lo afirma Rhod Gilbert que desconoce el origen del mucha mierda con que los actores españoles se desean suerte cuando estrenan una obra.

Las starlettes in púribus, las desoladas putas, los chulos cachicuernos, los putones verbeneros, los emplumados sarasas, las zorras tornasoladas, los pederastas hambrientos, todo, todo florece en las calles de Edimburgo sin enturbiar la expresión del gran teatro de vanguardia que vertebra el festival. Nadie, en fin, ha sido capaz de organizar en España una muestra teatral de la envergadura que han puesto en pie los escoceses en Edimburgo, si bien es necesario aplaudir el esfuerzo del Festival de Otoño de Madrid. Así es que Blanca Berasátegui ya puede ir pensando en convertirme en enviado especial de El Cultural el próximo agosto en Edimburgo. Pienso ir acompañado por Angélica Liddell y Alicia Framis, claro. l