Image: Va de cuotas

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Opinión

Va de cuotas

por Juan Palomo

23 octubre, 2008 02:00

Harold Bloom, Calixto Bieito, Rhonda Byrne y Stieg Larsson.

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Los académicos de la Real de Bellas Artes de San Fernando jamás habían pensado que eso de las cuotas y de las Aido hubiese llegado tan ridículamente lejos: resulta que, a propuesta de Francisco Calvo Serraller, le ofrecieron a la artista afincada en Valencia Eva Lootz ser parte de la Institución, y ésta aceptó... aunque con la condición de que ingresaran como miembras, junto a ella, otras cinco creadoras. Así, sin más reflexión, por la cara, digo, por la cuota. Y claro, los de San Fernando han tenido que renunciar al proyecto, por el momento.

Ni la resaca de la feria de Francfort, ni la cascada de premios mundiales ni nacionales logran silenciar el gran secreto: pocos lanzamientos de otoño han logrado rozar siquiera las estimaciones de ventas. Con una sorpresa notable, Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson (Destino), que supera los 120.000 ejemplares vendidos, y El secreto de Rhonda Byrne (Urano), con cinco millones de copias en el mundo, y cerca de 200.000 en nuestro país. Y, por cierto, jamás adivinarán qué editoriales españolas rechazaron el libro de Byrne por sus nulas posibilidades (sic) de ventas.

Me cuentan que la versión de Tirant lo Blanc de Calixto BIeito y el Teatro Romea logró lo impensable: que la programación teatral del Festival Cervantino de Guanajuato comenzase con un descomunal escándalo. Al parecer, al poco de comenzar la función media sala quedó vacía de espectadores, escandalizados por ver lo que la crítica mexicana ha descrito como "un joven en escena que lleva casi 20 minutos desnudo jugando con sus órganos genitales". Claro que los especialistas acabaron aclamando el experimento, al que relacionaban con Marco Ferrari, el Fellini de Roma (1972) o el Pasolini de Pocilga (1969) y Saló o Los 120 días de Sodoma (1975) y terminaron recomendándolo con entusiasmo. Lo de costumbre con Bieito.

Y si en una de esas comidas culturetas que ahora tanto abundan no saben de qué hablar, no se preocupen, porque dos editoriales lanzan estos días libros salvavidas para que pueda deslumbrar como si fuese el Harold Bloom o el Steiner español: Manual de supervivencia en cenas urbanas, de Sven Ortoli y Michel Eltchaninoff (Salamandra), y Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard (Anagrama). Del primero me encanta la recomendación de "No empiece hablando de la química del carbono" o la de no anunciar la muerte de la metafísica, para evitar que el gracioso de turno responda algo así: "Pues no sabía que estaba enferma". Y del segundo, me quedo con las explicaciones de las "maneras de no leer", o esas conductas "que conviene adoptar" en caso de apuro, como no tener vergöenza o inventar los libros. O sea.

Estados Unidos acaba de anunciar que va destinar nada menos que 14 millones de dólares (unos 12 millones de euros) para preservar las maravillas arqueológicas de Iraq, ayudando a museos y bibliotecas. Lástima que hayan sido necesarios cinco años para esta iniciativa, mientras muchos desaprensivos aprovecharon la guerra para expoliar o destruir obras de arte y joyas bibliográficas. Y el departamento que dirige Condoleezza Rice se ha comprometido además a recaudar hasta seis millones de dólares adicionales mediante contribuciones del sector privado.

Mañana se estrena un documental que confirma hasta qué punto de buenas intenciones está el infierno lleno. Se llama 11 M: Boomerang y la pena es que un tema que pide a gritos un trabajo riguroso naufrague en tópicos más peligrosos y nocivos de lo que podría parecer. Basta leer las solemnes tonterías que dice su director, Arturo Prins, en el press book: "lo que me interesa contar es lo costoso que fue para el gobierno de Aznar auspiciar la guerra de Iraq. Me preocupaba, en aquellas tardes, que no se tuviera en consideración cuáles habían sido las verdaderas causas del atentado de Madrid. Encender al terrorismo islámico, provocarlo aún más..." Hacía tiempo que no leía tanta sandez.

Mañana, con toda seguridad, se conocerá el contenido del concurso público que la Comunidad de Madrid ha aprobado para gestionar los Teatros del Canal y el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Andan los productores de teatro impacientes porque, aunque de cara para afuera critican que sea una gestión "híbrida" y bla, bla, bla, hay rumores de que ya hay algún grupo bien posicionado. Y no es Focus. l