Image: Antes del fin

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Opinión

Antes del fin

por Juan Palomo

20 noviembre, 2008 01:00

Ernesto Sábato, García Montero, Nacho Vigalondo y Alejandro Colubi

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A estas alturas, los productores de teatro (Colubi, Cornejo, Cimarro, Garrido, Gómez-Cora, Salaberría, Martínez...), y allegados, echan cuentas, pactan alianzas, por si compensa o no concursar para gestionar los Teatros del Canal y los del Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Su primera victoria ya la tienen: el Festival de Otoño no les hará sombra "mediática" al comienzo de temporada en la capital. Su antigua reivindicación ha sido satisfecha por la Comunidad de Madrid, al trasladar a la primavera el citado Festival. De paso ganan para el adjudicatario más meses de programación del Canal, haciendo más atractiva la oferta. Pero los productores a lo suyo: que si no es rentable... que si los gastos...

No sé que haría el propio Sábato con la bufonada que acaba de protagonizar involuntariamente, aunque seguro que un buen relato salía del episodio. Resulta que mientras el escritor estaba durmiendo en su casa bonaerense de Santos Lugares entraron unos ladrones muy poco avezados, que se colaron por la cocina y tropezaron con una olla. El estruendo fue tal que alertaron al servicio, y los chorizos tuvieron que salir al galope, llevando como únicos tesoros el teléfono móvil de una asistenta y la tapa enmarcada de un libro del narrador argentino, precisamente Antes del fin.

Solemos pensar en España que somos los reyes de lo cutre. Pero no siempre es así. Nacho Vigalondo tuvo que abandonar hace pocas semanas un proyecto en Estados Unidos cuando ya estaba prácticamente contratado porque la productora prefirió a un director que tuviera buenas conexiones en Hollywood. ¿Por qué? Para que alguna estrella aceptara rebajar su sueldo. Si es que, por desgracia, no nos hemos inventado el amiguismo.

Arden la Alhambra y el Albaicín, tiembla el Generalife después de que Luis García Montero perdiera el juicio contra un colega de la universidad granadina llamado Fortes que dice, según los defensores de García Montero, que Lorca y Ayala eran fascistas, mientras que sus partidarios lo retratan como una víctima del sectarismo del poeta y se preguntan por qué no se respeta la libertad de expresión del querellante, o cuándo ha tenido a su servicio, como Montero, las páginas de El País y varios espacios en Cuatro para defenderse. No seré yo quien, vista la sentencia, me atreva a considerar al tal Fortes como ese "profesor perturbado" que retrató García Montero, pero me parece que sin el artículo de marras, la inmensa mayoría no hubiésemos sabido nada jamás de su existencia. Otra cosa es que el manifiesto en apoyo al poeta lo hayan firmado 2.000 personas en 24 horas, que aparezca en la web del Festival de Poesía de Granada y que, por el momento, lo hayan suscrito Ayala, Brines, Caballero Bonald, Gelman, Sabina, Gibson, Benítez Reyes y la inevitable Pilar Bardem. O que el disgusto no lo endulza ni el delicioso Chocolate moderno (El país-Aguilar) que presenta el viernes que viene Almudena Grandes.

Descubro picoteando en ese archivo infinito que es la red que, en 2005, el hipermediático presidente electo estadounidense pronunció un apasionado discurso ante la American Library Association en defensa de la lectura, la educación y las bibliotecas que ya nos gustaría oír de los guardianes de la cosa pública por estos lares. Barack Obama, parece ser que gran lector y borgeadicto como dicen que dice Zapatero, clamaba entonces que "la lectura es la competencia fundamental que hace el resto del aprendizaje posible, lo que se requiere para hacernos verdaderos ciudadanos". ¿Será consecuente ahora Obama o el viento volverá a hacer de las suyas?

Tan mal han ido las recientes ferias de arte de Londres (Frieze), Paris (FIAC) y Berlín (Artforum), que los galeristas españoles ven venir la crisis y se temen ya el peor ARCO de los últimos tiempos. Tanto, que hay galerías que, pese a ser admitidas, han decidido no invertir los diez mil euros base que, entre pitos y flautas, cuesta tener un stand en la feria.