Image: Cuerpos divinos

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Opinión

Cuerpos divinos

8 mayo, 2009 02:00

Cabrera Infante, Foster Wallace, Julio Medem y Elena Anaya

Parece que, a falta de nuevos genios literarios y en medio de una crisis que sigue cerrando librerías (adiós, Crisol, adiós), editores y agentes (y viudas) están agotando los archivos de los autores difuntos en busca de nuevas obras maestras. O no, pero, que vendan. Este mes, como saben, Alfaguara lanza la edición corregida de Salvo el crepúsculo y Papeles inesperados, que recoge textos inéditos y dispersos de Julio Cortázar. También la viuda de Guillermo Cabrera Infante, Miriam Gómez, podría lanzar en breve dos nuevas novelas del cubano, Cuerpos divinos y Mapa hecho por un espía. Mientras, los agentes de David Foster Wallace husmean entre sus borradores para completar otro inédito de ultratumba. Y un año después de la muerte de Michael Crichton ya hay una nueva novela póstuma, Pirates Latitudes, y otra -inacabada-, que será terminada por un autor anónimo que capte el estilo de Crichton, según Harper Collins, su editorial en Estados Unidos. A fin de cuentas, ¿a quién le importan los deseos de los autores, si con ellos no se pagan impuestos ni hipotecas?

Aunque hasta el próximo 28 de mayo no se hará oficial, me cuentan que Les Princes nubiens, la versión francesa de Los príncipes nubios de Juan Bonilla, premio Biblioteca Breve en 2003, es el flamante ganador del Prix littéraire des Jeunes européens 2009, en dura liza con La Désobéissance de la inglesa Naomi Alderman (1974); Tchatche ou crève, de la polaca Dorota Maslowska (1983); Je suis une vieille coco, del rumano Dan Lungu (1969); Entre le chaperon rouge et le loup, c’est fini, de la sueca Katarina Mazetti (1944) y Battements d’ailes, de la italiana Milena Agus (1959). Vaya mi enhorabuena al poeta y narrador gaditano, aunque no deje de resultar sorprendente que también en la UE consideren "jóvenes" a autores que, como Agus, rondan la cincuentena, cuando no la superan cumplidamente, como Mazetti. Ay qué vieja estás, Europa.

Las alternativas musicales a la crisis campan a sus anchas: de la adaptación musical de El Capital que prepara el Centro de Arte Dramático de Shangai al ataque de iracundia que le sobrevino al pianista polaco Zimerman cuando, en un concierto en Los ángeles, la emprendió verbalmente contra Obama. En esto, jura Maazel que su renovación, escasamente retribuida, nada tiene que ver con los altibajos del IBEX, sino una mezcla de nostalgia y compromiso con la orquesta de Les Arts. Ya se sabe, contra los presupuestos hollywoodienses, dilataciones bollywoodiarias.

La rumorología es cada vez más intensa: Julio Medem podría resarcirse del estrepitoso fracaso de Caótica Ana con su nueva película, Habitación en Roma, ya seleccionada por el Festival de Venecia para su sección oficial del próximo septiembre. Protagonizada por Elena Anaya, es un remake de la película chilena En la cama. Siguen los grandes festivales apostando por el cine español. Esperemos que estar a la altura.

El que no para es el director de escena Gabriel Olivares, que puede convertirse en el director Midas, visto el éxito que tienen las obras que toca. En estos momentos coinciden en la cartelera madrileña, sector privado y más comercial que nunca, El enfermo imaginario (en el Fígaro), La importancia de llamarse Ernesto (en La Latina) y Mi primera vez (en el Maravillas). Las dos primeras son versiones, muy bien actualizadas, de dos clásicos como Molière y Oscar Wilde.