Image: Maraton man

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Opinión

Maraton man

Por Juan PalomoParticipe en el blog de Juan Palomo

9 abril, 2010 02:00

Murakami, Quim Monzó, Javier Cercas y Pierre Huyghe

Atacados ante la inminencia del Día del Libro y la necesidad de ventas y resultados en un año más que gris, me cuentan que autores y editores se pasan de modo clandestino, y por mera supervivencia, el nuevo libro de Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets), en el que el japonés explica su experiencia como maratoniano y lo mucho que el deporte ha beneficiado a su carrera literaria. ¿Veremos, quizás, a Javier Cercas o a Matilde Asensi galopando por Las Ramblas, delante (o en pos) de los lectores esquivos, ahora que los autores españoles están tan de moda?

El sábado por la tarde me planté en el Palacio de Cristal del Retiro a ver la exposición del francés Pierre Huyghe, un proyecto titulado "La Estación de la fiestas" del que me habían hablado maravillas. Ahí estaba yo a las 5 en punto de la tarde, acompañado de medio Madrid que disfrutaba del primer día de primavera. El palacio, abarrotado, la instalación esplendorosa, pero me marché a casa sin haber entendido ni papa. Qué pena que no hubiera ni un folleto, ni un texto explicativo ni nada que nos ayudara a entender el trabajo de Huyghe. Un poquito de pedagogía nunca está de más.

Ni corto aunque perezoso, el escritor Quim Monzó explicó el Dia Mundial del Teatro, en una conferencia en el Romea de Barcelona, por qué él no va al teatro. Soltó razones tan poderosas como éstas: "Siento vergüenza por los actores que están en el escenario. Se les ve el plumero", "Hay actores, actrices, sobreactores y sobreactrices", "Siempre he encontrado desagradable que se deseen mucha mierda ante un estreno", "Me quité del teatro en un momento en el que los actores bajaban del escenario", al tiempo que recordaba que fue en la obra Insultos al público, dirigida por Ricard Salvat, lo que le hizo reclamar a la salida el importe de la entrada.Con ese espíritu, mejor, sí, que se quede en casa.

Sube como la espuma la figura y el cine de Max Ophüls. Su cine inquietante, definido por una estética casi maniática, obsesionada por el detalle, desembarca estos días en las carteleras con Lola Montes (memorables Martine Carol y Peter Ustinov). A esto hay que añadir que algunas de sus mejores películas acaban de ser editadas en edición de coleccionista. En concreto, Karma ha puesto en el mercado Madame de... y El placer. Muy necesarias para estos tiempos desnortados con las tres dimensiones.

La funesta moda de las secuelas de los clásicos, que ha destrozado maravillosos personajes como Drácula, Peter Pan o, -¿por qué no?- Escarlata O'Hara, ataca de nuevo. Random publicará en 2012 la continuación de La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson, encargada al poeta inglés Andrew Motion. Si bien las credenciales literarias de Mortion son intachables, no deja de inquietarme la desenvoltura con la que aceptó tamaño encargo, me malicio que no precisamente mal pagado: "Stevenson dejó abiertas todas las posibilidades para que alguien escribiera lo que yo estoy escribiendo". No sé ustedes, pero yo guardo como oro en paño el recuerdo del bueno de Jim Hawkins y, la verdad, preferiría que nadie lo estropease.

Las campañas institucionales de fomento de las buenas causas tienen la facultad de dejarme perplejo con frecuencia. Por ejemplo, en Murcia, el Ayuntamiento regala una entrada de cine a quien entrega en la taquilla diez pilas usadas. (¿ ?) Pocas veces viene tan al caso aquello de que no hay que confundir la gimnasia con la magnesia.