Opinión

Premios

Portulanos

9 abril, 2010 02:00


Los Goya empezaron fatal: la ceremonia era desganada. Los premiados subían a recoger el cabezón con más cara de bochorno que de felicidad. Algunos incluso se presentaban en alpargatas de jubilado y sin pasar por la ducha. La altura intelectual de los discursos de agradecimiento era del tipo "coño, joder qué de puta madre, tíos" y luego todos se quejaban por la mala recepción que aquello tenía entre el gran público. Con el correr de los años la cosa fue cambiando.

No sé si el cine español de hoy es mejor que el de entonces, pero al menos la ceremonia ha ganado mucho. Sigue siendo aburrida, porque todos los premios lo son, pero se prepara con mimo y conciencia de su valor promocional. Las actrices se ponen modelitos monos y hasta los directores más recalcitrantes han cambiado la camiseta de Ramones por un smoking, pasando previamente por el desodorante. Resumiendo, a día de hoy recibir un Goya se considera positivo dentro de la industria y entre los espectadores. Los Max empezaron igual, pero no han evolucionado. Primero por la obsesión aldeana de complacer a todo el mundo: es absurdo, y profundamente injusto, además, poner a competir espectáculos de muy diversas procedencias y que a veces sólo se ven en una única localidad. Los Tony se hacen en Nueva York y los Olivier en Londres, y lo demás es populismo autonomista. Por otra parte el sistema de elección de candidatos y premiados es cada vez más enigmático y esperpéntico; Animalario, por ejemplo, parece más una categoría (¡Mejor Animalario!) que una compañía. Digo esto con tristeza, porque creo que deberíamos tener unos premios que enorgullecieran a la profesión. Y los Max no lo son.