Opinión

Mamet

Portulanos

30 abril, 2010 02:00

"Como Tenesse Williams, Mamet es un autor sobrevalorado"

Cada vez que David Mamet despotrica sobre lo que sea, se le escucha como si fuera Juan el Bautista tronando las Grandes Verdades en el desierto. Sobre todo desde un teatro como el nuestro, tan servil y tan cobarde con sus propias tribulaciones pero tan dispuesto siempre a meterse en guerras ajenas. El caso es que Mamet, como otros dramaturgos norteamericanos (empezando por Tennessee Williams, del cual hablaremos otro día) es un autor sobrevalorado.
Como en el caso de Williams, su continuado contacto con la industria del cine ha conferido a su nombre (o mejor: a su marca) una difusión muy superior a lo estrictamente merecido. Oleanna, Glengarry Glen Ross, American Buffalo, son buenos textos, punto. Lo que significa que están bien construidos y dialogados pero no mejor que cualquier capítulo de Perdidos, The Wire o Deadwood, y desde luego muy por debajo de las obras de Pinter, con el cual se le ha comparado alegre e indebidamente. Noviembre era una bobadita y su última pieza, Race, ha recibido un varapalo crítico casi unánime. Los guiones que Mamet ha escrito para superproducciones tipo Los intocables son del montón; sus películas personales, Casa de juegos, El Prisionero español, etc, son entretenidas pero tramposas a más no poder.
Su último libro es más de lo mismo: criticar los excesos actorales del método es una ingenuidad teniendo en cuenta que ya nadie se obsesiona por esas cosas; pero defender a estas alturas que es la taquilla lo que verdaderamente define el valor de una obra no sólo es una sandez sino también una fantochada peligrosa que, viniendo de autor tan prestigiado, sirve para justificar las bribonadas de los sacacuartos. Y también, claro, para disculpar el camino elegido.