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Opinión

Radio París

Por Francisco Javier IrazokiVer todos los artículos de la 'Radio París'

21 mayo, 2010 02:00

Francisco Javier Irazoki


En Francia festejan el centenario del nacimiento de un transgresor. Jean Genet modeló la belleza artística con los materiales más sórdidos. Niño acogido por la asistencia pública; ayudante de un músico ciego; joven encarcelado por mendicidad, hurto y vagabundeo; soldado desertor y viajero a pie hasta una España pobre, donde se prostituye; maduro amante de un muchacho que va a morir en las barricadas y de un funambulista suicida; huésped de hoteles baratos..., Jean Genet colecciona adversidades. Incluso lo condenan por robar libros y, reincidente, está a punto de sufrir cadena perpetua. Pero sale de esas prisiones por la puerta de la literatura. Aunque improvise inexactitudes ante un micrófono, las páginas de sus obras lo convierten en uno de los autores menos maniqueos. Sólo admira a Alberto Giacometti, quien le enseña que el hombre puede lograr riqueza o fama y seguir siendo un clochard superior. Al final Jean Genet se siente tan lejos de la cultura de su país que pide ser enterrado en el cementerio de Larache, cerca del mar. Aquí anoto la frase que dice unos meses antes de morir: "Las palabras hay que buscarlas en el desierto".

Sangre y tinta

Fernando Aramburu

Un célebre escritor, mencionado con nombres múltiples en los manuales de literatura, llama a mi puerta. No somos contemporáneos. Corre para él el año 1936, para mí el 2010. Le preocupa la guerra civil que estalló ayer. Le aclaro desde su futuro la conformación de los bandos, también la duración y el desenlace de la contienda, la cual, afirmo, será cruenta en extremo. Me pide que lo ayude a superar la indecisión, pues duda entre el instinto de preservar la vida y la fidelidad a sus convicciones. Si eres García Lorca, le digo, te matarán los unos en Granada; si Ramiro de Maeztu, los otros en el cementerio de Aravaca. Puedes optar por la larga miseria de la cárcel, la amargura del exilio, el silencio resignado, la acusación de haber vencido. Te convendría, eso sí, alcanzar una edad inverosímil si aguardas el juicio objetivo de tus compatriotas.